Solo el
11 por ciento de los niños menores de tres años en estado de pobreza recibía la
papilla del desaparecido PRONAA y, de ese porcentaje, solo la mitad la consumía
como debía hacerlo, por lo que no se logró el objetivo de reducir la
desnutrición crónica infantil, y tuvo que suspenderse su distribución, se
informó hoy.
Esta información fue obtenida de la Encuesta
Nacional de Hogares del año 2011 y de una investigación similar trabajada por
el Instituto Nacional de Salud (INS) en el 2010, y fueron algunas de las
razones por la cuales se decidió suspender la entrega de la papilla, dijo la
asesora del despacho ministerial de Salud, Paola Giusti.
"Si a
eso le sumamos que la papilla solo cubría un tercio de los requerimientos
nutricionales diarios de los niños menores de tres años, no tenía sentido que
el Estado invirtiera tanto dinero y tanto esfuerzo en su distribución, cuando
se podía hacer intervenciones más efectivas", comentó.
La funcionaria atribuyó el poco éxito de la papilla
a un tema de hábitos tan arraigados entre las personas que viven en las zonas
rurales y que son difíciles de cambiar.
Anotó que en la revisión hecha de los artículos de
las revistas médicas más prestigiosas no se halló ninguna información que
reconozca el éxito de la entrega de este alimento para niños en sus primeros
años de vida en el Programa Nacional de Asistencia Alimentaria (PRONAA).
"No
fue una intervención que tenga reconocimiento ni evidencia internacional
científica de su efectividad en la reducción de la desnutrición",
señaló.
Afirmó que en toda política implementada debe ser
monitoreada para conocer sus efectos. Los resultados de ese análisis dicen que
hay cosas que hay que dejarlas como están, algunas que deben ser fortalecidas y
otras que deben ser desactivadas y reemplazadas.
Eso fue lo que sucedió y por eso se implementaron
otras políticas para combatir la desnutrición infantil en el Perú, dijo la
asesora.
Aclaró que las papillas no fueron reemplazadas por
los micronutrientes en polvo, como equivocadamente se ha dicho, ya que esas son
dos estrategias distintas.
Lo que se está haciendo -explicó- es todo un
esfuerzo articulado para lograr el nacimiento de niños sanos, proceso que va
desde el estricto control de la gestante, con suministro de hierro y evitando
las infecciones que inciden en el bajo peso de los bebés.
Además, garantizando el parto seguro e
institucionalizado, promoviendo la lactancia exclusiva hasta los 6 meses y la
alimentación adecuada a las necesidades del bebé.
Precisamente para evitar esos hábitos equivocados
de nutrición, los diferentes ministerios realizan un trabajo con la comunidad
para transmitirle conocimiento sobre la mejor forma de alimentar a los infantes
con productos de sus propias localidades.
Esas son las intervenciones -manifestó- que han
resultado efectivas y que han ayudado a reducir los niveles de desnutrición
crónica infantil, como lo demuestran las cifras (Fuente: Andina).
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