Al menos la mitad de las entre
375 y 500 personas que mueren cada año a manos de la policía en Estados Unidos
padecen una enfermedad mental, según una investigación de los diarios Portland
Press Herald y Maine Sunday Telegram. Uno de esos casos es el de Kayla Xavier
Moore, quien sufría esquizofrenia paranoide.
Poco antes de la medianoche
del 12 de febrero, el compañero de piso de Kayla Moore llamó al 911, el número
de emergencias que en este país remite a
la policía, los bomberos o los servicios de salud. Moore, de 41 años, no
había tomado sus medicamentos y estaba muy agitada.
Su compañero pensaba que la
llevarían a un hospital psiquiátrico, la estabilizarían con la medicación y la
devolverían a su casa en 72 horas, como era habitual.
Pero eso no fue lo que
sucedió. La policía de la occidental ciudad de Berkeley descubrió que Moore
tenía una orden de arresto pendiente y decidieron detenerla. Cuando los agentes
intentaron esposarla, Moore, quien también era afroestadounidense y
transgénero, se resistió y murió.
El forense dictaminó que su
fallecimiento se debió a obesidad, consumo de drogas y enfermedad
cardiovascular, pero la familia de Moore acusa a la policía.
Moore no protagonizó un
disturbio ni representaba peligro alguno, dijo su hermana Maria Moore a
representantes de esta comunidad del estado de California en una reunión sobre
el incidente.
“Cuando usted pone sus manos
sobre alguien que es esquizofrénica paranoide, que no confía en la policía, esa
persona va a resistirse”, explicó. “Si (la policía) se hubiera detenido por un
minuto… a escuchar y enterarse de la situación, Kayla estaría viva”.
“Siempre fue un niño feliz”
Arthur Moore recuerda el día
en que trajo a su primogénito a casa desde el hospital y la alegría que Xavier
trajo a la familia. (Este artículo se refiere a Xavier, en su infancia, con el
género masculino y a Kayla, de adulta, con el femenino).
“Xavier siempre fue un niño
feliz. Cualquier cosa a la que se dedicaba, lo hacía con mucha alegría e
intensidad”, recordó Arthur Moore en una entrevista en su casa. “Tenía
curiosidad por todo.”
Pedidos de ayuda que terminaron mal
El 6 de noviembre en Burlington, en el nororiental estado de Vermont, la madre de Wayne Brunette llamó a la policía y les dijo que su hijo adulto, que tenía un historial de enfermedad mental, estaba actuando de manera irracional.
El jefe de policía dijo al diario Burlington Free Press que cuando los agentes llegaron, Brunette salió “con una pala de mango largo y puntiaguda y avanzó hacia los oficiales de manera amenazante”. Dos minutos más tarde, la policía disparó y mató a Brunette, padre de dos hijos.
En mayo de este año, Else Cruz de New Rochelle, Nueva York llamó al 911 en busca de ayuda médica para su marido, que estaba agitado. Cuando llegó la policía, les dijo que él padecía de esquizofrenia y trastorno bipolar, pero que no estaba armado. Minutos más tarde, el hombre murió tras recibir balazos en el pecho.
El 25 de septiembre de 2012, Mohamed Bah, de 28 años, estudiante en finanzas del Bronx Community College, fue muerto a tiros por la policía de Nueva York en el barrio de Harlem. Como en otros casos, el incidente sucedió luego de que su madre llamara al 911 para pedir asistencia médica, esperando una ambulancia.
El 6 de noviembre en Burlington, en el nororiental estado de Vermont, la madre de Wayne Brunette llamó a la policía y les dijo que su hijo adulto, que tenía un historial de enfermedad mental, estaba actuando de manera irracional.
El jefe de policía dijo al diario Burlington Free Press que cuando los agentes llegaron, Brunette salió “con una pala de mango largo y puntiaguda y avanzó hacia los oficiales de manera amenazante”. Dos minutos más tarde, la policía disparó y mató a Brunette, padre de dos hijos.
En mayo de este año, Else Cruz de New Rochelle, Nueva York llamó al 911 en busca de ayuda médica para su marido, que estaba agitado. Cuando llegó la policía, les dijo que él padecía de esquizofrenia y trastorno bipolar, pero que no estaba armado. Minutos más tarde, el hombre murió tras recibir balazos en el pecho.
El 25 de septiembre de 2012, Mohamed Bah, de 28 años, estudiante en finanzas del Bronx Community College, fue muerto a tiros por la policía de Nueva York en el barrio de Harlem. Como en otros casos, el incidente sucedió luego de que su madre llamara al 911 para pedir asistencia médica, esperando una ambulancia.
A medida que crecía, Xavier se
escondió dos veces por períodos prolongados, algo que la familia consideró
luego como una señal temprana de su enfermedad.
Ya en su edad adulta, Kayla
Moore oía voces inexistentes y muchas veces prefería consumir drogas en lugar
de los medicamentos que le recetaban. Conocida por sus amigos y familia como
una poeta, talentosa cocinera y excelente imitadora, Moore vivió en refugios,
la calle, hoteles baratos, la casa familiar y, finalmente, en un apartamento
subsidiado.
Cuando se instalaba en un
lugar nuevo, “de repente, personas invisibles en el apartamento comenzaban a
perseguirla y ella se veía obligada a mudarse otra vez”, contó Elysee
Paige-Moore, madrastra de Kayla.
Los informes policiales
indican que en un principio Kayla Moore cooperó con los agentes la noche en que
murió, saliendo de su apartamento para hablar con ellos. Pero cuando le dijeron
que la llevarían a la cárcel, se precipitó en el interior de su vivienda y
exigió una confirmación del Buró Federal de Investigaciones (FBI).
La policía pidió refuerzos
para reducir a Moore, de 157 kilos de peso, hasta que la pusieron boca abajo
sobre un colchón en el suelo. Varios agentes se colocaron encima de ella para
esposarla y atarle los tobillos. Cuando dejó de luchar, la pusieron de lado.
Según la policía, en ese momento respiraba, pero pronto dejó de hacerlo y no
fue posible revivirla.
Varios policías de Berkeley
realizaron un curso de 40 horas en Capacitación para Intervenciones en Casos de
Crisis (CIT, por sus siglas en inglés), pero ninguno estuvo presente durante la
detención de Moore, y el Equipo Móvil para Crisis, integrado por técnicos en
salud mental, ya había terminado sus actividades a las 23 horas.
“Si va a tener una crisis de
salud mental en Berkeley, asegúrese de hacerlo en horario de oficina”, advirtió
el comisario de Salud Mental de la ciudad, Paul Kealoha, en una reunión
comunitaria.
Desactivando el “modo policía”
La CIT se basa en el principio
de que las personas que experimentan angustia por salud mental necesitan
compasión y tratamiento, no cárcel.
“Las tácticas que nos enseñan
en la academia no siempre son las mejores para tratar con alguien en crisis”,
reconoce el capitán de la policía de Filadelfia, Fran Healy, en “Un enfoque
integrado de apaciguamiento y minimización del uso de la fuerza”, publicado por
el Foro Ejecutivo de Investigación Policial.
“Reiteramos a nuestros
oficiales que deben desactivar el ‘modo policía’ en estas situaciones… (La CIT)
les da a los agentes la conciencia de cuándo tienen que cambiar su enfoque y
activar más el ‘modo trabajador social’”, escribe Healy.
Iniciado en Memphis,
Tennessee, en 1988, el curso enseña a los agentes cómo reconocer problemas de
salud mental, técnicas de apaciguamiento y la forma de “derivar a las personas
con enfermedades mentales graves del sistema de justicia penal hacia el sistema
de cuidados comunitario”, explicó Jeffrey Shannon, coordinador de CIT de
Berkeley.
Sólo ocho por ciento de los
policías de Berkeley tienen entrenamiento CIT, aunque Shannon espera que la
cifra suba a 20 por ciento. La mayoría de las 2.000 comunidades con estos
programas sólo entrenan a una fracción de la fuerza. La ciudad de Portland, en
el noroccidental estado de Oregón, entrena a todo el departamento.
La colaboración con la
comunidad de salud mental es clave para la capacitación, dijo Laura Usher,
directora del programa CIT con la Alianza Nacional de Enfermedad Mental, una de
las organizaciones que creó el curso en la ciudad de Memphis.
En una parte del curso, las
personas “sólo cuentan sus historias, cómo es tener una enfermedad mental,
estar en crisis y qué se siente al estar en recuperación” expresó Usher.
“Los agentes dicen que es la
primera vez que ven a alguien con enfermedad mental que no está en crisis”, y
se dan cuenta de que son personas como ellos, agregó.
Muchas comunidades tienen
Equipos Móviles en Casos de Crisis integrados por profesionales de salud mental
que atienden a personas con este tipo de problemas. El equipo de Oakland, en
California, trabaja en conjunto con la policía y está disponible entre semana
nueve horas al día.
Stephanie Lewis, quien dirige
el equipo, explica que cuando la policía recibe una llamada diciendo, por
ejemplo, que un ser querido está agitado o gritando, en primer lugar la policía
confirma que la situación sea segura, luego los médicos tratan de conectarse
con la persona, llamándola por el nombre que prefieran, modulando su tono de
voz, y, sobre todo, con respeto.
La colaboración con la policía
lleva más de 10 años, explicó George Karabakakis, director de Health Care &
Rehabilitation Services, la organización sin fines de lucro que contrata al
personal del equipo.
En Berkeley, una coalición
liderada por la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color
(NAACP), el grupo de derechos civiles más antiguo de Estados Unidos, reaccionó
ante la muerte de Kayla Moore presionando a las autoridades de la ciudad para
que implementen equipos de crisis móviles las 24 horas del día y limiten la
participación policial en casos de salud mental a las situaciones de peligro.
“Tenemos que darle sentido a
la muerte de Kayla”, dijo María Moore. “Tenemos que lograr algún cambio de
esto” (Fuente: Inter Press Service).
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