miércoles, 9 de julio de 2014

BRASIL PAGÓ CARO SU FALTA DE AUDACIA SEGÚN ANÁLISIS DE ASSOCIATED PRESS

Lo peor de la catastrófica derrota de Brasil ante  Alemania es que fue algo que se veía venir y que nadie pudo impedir.

Brasil jamás dio la impresión de que tenía el equipo ni la personalidad como para pelear el trofeo de la Copa Mundial en casa que tanto exigía su afición. Y los hechos le dieron la razón a quienes pronosticaron un final amargo, aunque pocos hubiesen adivinado semejante humillación como la paliza 7-1 que le propinó Alemania el martes en semifinales.

La derrota en el estadio Mineirao empezó a gestarse con la selección de jugadores que hizo el técnico Luiz Felipe Scolari, que había sacado campeón a Brasil en el 2002. Felipao armó un equipo en el que se le dio prioridad a la marca y con poco talento arriba, que dependió excesivamente de la magia de Neymar. Fue un equipo previsible, que no sorprendía y al que le costaba ganar partidos.

Sorteó sin problemas la fase de grupos, aunque sin poder ganarle a México, con el que empató 0-0.  Chile forzó un alargue en los octavos de final y casi deja afuera de la competencia a los locales a un minuto del final, en que Mauricio Pinilla estrelló un tiro en los maderos, para luego perder por penales. Y en los cuartos de final los brasileños le ganaron a Colombia tras moler a los cafeteros a patadas. Con 96 infracciones, Brasil fue de lejos el equipo que más faltas cometió en los cinco primeros partidos.

El talento de Neymar fue lo que sacó adelante a la verdeamarela. Neymar anotó cuatro goles y fue el principal referente del ataque brasileño, por no decir el único. Hulk se aplicó más a la marca que a atacar y Fred estuvo aislado arriba, sin nadie que lo abasteciese de balones, ya que la estructura armada por Felipao no contemplaba circuitos creativos.

El equipo pareció desmoronarse al quedarse sin Neymar, quien se rompió una vértebra ante Colombia.

Su ausencia y la del capitán Thiago Silva, suspendido ante Alemania por doble amonestación, generaron un enorme vacío no solo de talento sino psicológico, por todo lo que representaban. Thiago Silva era el caudillo del conjunto, Neymar el salvador, el que con sus dotes amedrentaba a los rivales y ganaba partidos él solo.

La presión de todo un país que soñaba con ganar un sexto título mundial y con vengar de algún modo la derrota ante Uruguay en el Maracanazo de 1950, por otro lado, parecieron ser una carga demasiado pesada para los jugadores, como se hizo evidente en los estallidos emocionales que tuvieron tras la sufrida victoria por penales ante Chile en los octavos de final. La mayoría de ellos lloraron a lágrima  partida, algunos incluso antes de la ejecución de los penales. Y a lo largo del torneo la psicóloga del plantel visitó tres veces la concentración para hablar con los jugadores y tratar de serenarlos.

Brasil llegó así muy golpeado a su partido contra una Alemania sólida, dirigida desde hace ocho años por el mismo técnico, Joachim Loew, que impuso un juego de toque, letal en ataque y firme en la defensa.

Felipao, criticado por pensar más en defender que en atacar, hizo jugar al delantero Bernard por Neymar y la estrategia no funcionó. Ausente Neymar, Brasil no fue capaz de inquietar el arco brasileño y perdió la compostura al quedar tempranamente en desventaja.


Sin Thiago Silva, se vino abajo también la zona defensiva, que sucumbió mansamente al toque de Alemania (Análisis la actuación de Brasil en el mundial por Pablo Elías Giussani, Associated Press). 

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