Por:
César Vallejo
Siento
a Dios que camina
tan
en mí, con la tarde y con el mar.Con él nos vamos juntos. Anoche.
Con él anochecemos. Orfandad…
Pero
yo siento a Dios. Y hasta parece
que
él me dicta no sé que buen color.Como un hospitalario, es bueno y triste;
mustia un dulce desdén de enamorado:
debe dolerle mucho el corazón.
Oh,
Dios mío, recién a ti me llegó.
Hoy
que amo tanto en esta tarde: hoyque en la falsa balanza de uno senos
mido y lloro una frágil Creación.
de tanto enorme seno girador…
Yo te consagro Dios, porque amas tanto;
porque jamás sonríes; porque siempre
debe dolerle mucho el corazón.
(*) Poema tomado de Los Heraldos
Negros, obra del célebre vate peruano
César Vallejo.
Boletín virtual de los sábados.
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