Los
hechos que vienen aconteciendo en Europa del este, donde Rusia ha invadido
Crimea, parte del territorio de la República de Ucrania, con la intención de
anexarlo mediante un referéndum que realizará el parlamento regional en Crimea el próximo domingo 16 de marzo, nos
traen a la memoria lo hecho por el régimen nazi cuando se apropió de la región
de los Sudetes de la entonces Checoeslovaquia con el pretexto de proteger a las
minorías alemanas existentes en esa zona fronteriza.
Para
ello Adolfo Hitler utilizó como su caballo de Troya al Partido Alemán de los
Sudetes quien, fusionado luego con el Partido Nazi Alemán, presionó para
preparar el terreno para la ocupación germana del territorio checo.
Hitler,
después de ocupar militarmente esta región en octubre de 1938, invadió el resto
de Checoslovaquia en marzo del año 1939. ¿La razón? Abrir las puertas de Europa del este a la voracidad insaciable
de Berlín.
En
el caso del gobierno ruso, presidido por Vladimir Putin, es lograr que Rusia
tenga bajo su total dominio la estratégica península de Crimea frente al mar
negro, situada al sur de Ucrania y en la que actualmente la flota de la marina
rusa tiene su centro de operaciones.
Por
un acuerdo entre Ucrania, ciudad portuaria de este país, y Rusia, la
permanencia de la flota rusa culminará el año 2042. Presencia que Moscú no
quiere perder, pues le permite controlar la mayor parte de la actividad
económica de esta zona.
Para
el efecto, el régimen moscovita está
utilizando como un ariete a las
autoridades de la rebelde autonomía ucraniana de Crimea que quiere integrarse a
Rusia, mayoritariamente rusa en este territorio, pero una importante minoría en
Ucrania.
Putin
ha dicho que no puede desoír el pedido de autonomía de Crimea y que, según el
mandatario moscovita, se basan en el Derecho Internacional y que las medidas de
presencia militar rusa en el área sólo buscan defender al pueblo
mayoritariamente ruso de la península, amenazado por las fuerzas radicales
ucranianas.
En
una conversación, sostenida el domingo 9 de este mes con la canciller alemana,
Ángela Merkel y el primer ministro británico, David Cameron, no sólo ha
defendido la legitimidad del próximo referéndum, sino que ha compartido con
éstos su “preocupación” por la falta de acción de las nuevas autoridades
ucranianas para contener la arbitrariedad de las fuerzas radicales y
ultranacionalistas en la capital y otras regiones.
(*) Periodista-
Rincón
literario de URPI para los que inspiran sus acciones en la lectura.
Boletín virtual de los sábados.
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