Son sólo hormigas, millones de ellas,
terriblemente negras, de patitas cansinas,
sorteando lentamente los alfiles del tablero,
que oculta un pecho sedado de silencio.
Sexenas de pisadas emulando al compás,
las andanzas de un caballito desbocado,
que cruzaba otrora silentes lejanías,
tras la huella de un deseo olvidado.
No las detiene la lascivia del pasado,
ni las asperezas de la arena ardiente,
al ensayar las jugadas todavía pendientes,
fútil encargo de aquel lejano andariego.
Aquel que soñó reconstruir el mundo,
con átomos de un jade muy intenso,
ese mismito que colmaba otra mirada,
que teñía su camino de férvido hastío.
Y, ahora, por cuencas vacías de ojos,
contempla, inmóvil, el viajar incesante
de los oscuros e intrépidos mirmidones…
¡Infinitas caricias propinadas al viento!
(*) Poema del poemario inédito “El loco que soñaba” del abogado y poeta Sergio
Verástegui Valderrama.
Rincón literario de URPI
para los que inspiran sus acciones en la lectura.
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