La gente que vive en las ciudades
supera en número a la población del medio rural, y la tendencia no parece estar
retrocediendo, según ONU-Habitat.
En la actualidad,
54 por ciento de la población mundial vive en centros urbanos, una proporción
que subirá a 66 por ciento en 2050, según las proyecciones de la agencia de la
ONU (Organización de las Naciones Unidas) para los asentamientos humanos, que
advierte que la planificación es fundamental para lograr un crecimiento urbano
sostenible.
“En la jerarquía de las ideas, primero viene
el diseño urbano y luego todo lo demás”, declaró el español Joan Clos, director
ejecutivo de ONU-Habitat , mientras se encontraba en Nueva York para una
reunión preparatoria de Hábitat III, la conferencia mundial sobre desarrollo
urbano sostenible que tendrá lugar en 2016.
“Urbanización, parcelación,
construcción, en este orden”, dijo Clos al explicar que en muchas ciudades el
orden se invierte y después es difícil resolver los problemas.
El Departamento de
Asuntos Económicos y Sociales de la ONU señala que la población urbana pasó de
746 millones de personas en 1950, a 3.900 millones en 2014, y se espera que
supere los 6.000 millones en 2045.
En la actualidad
existen 28 megalópolis con más de 10 millones de habitantes, y para 2030 el
mundo tendrá al menos 41 de estas ciudades gigantes.
Un informe de la
ONU revela que los asentamientos urbanos padecen inéditos problemas
demográficos, ambientales, económicos, sociales y espaciales, y que la
urbanización espontánea termina con frecuencia en los barrios informales.
Aunque la
proporción de población urbana que vive en estos barrios pobres disminuyó en
los últimos años, y uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio alcanzó su
propósito de mejorar la vida de al menos 100 millones de habitantes
tugurizados, el número absoluto sigue en crecimiento, debido en parte al rápido
ritmo de la urbanización.
El mismo informe
calculó que en 2012 había 863 millones de residentes urbanos que vivían en
tugurios, en comparación con 760 millones en el año 2000.
“En el pasado, la
urbanización era un plato de cocción lenta y no una comida rápida”, dijo Clos,
que fue alcalde de la ciudad española de Barcelona de 1997 a 2006.
“Hemos visto en
muchos casos que la urbanización espontánea no se ocupa del espacio público y
su relación con las parcelas edificables, que es la esencia del arte de la
construcción de las ciudades”, destacó.
Clos cree que para
construir las ciudades es necesario tener una visión. Y con eso no se refiere a
la construcción de edificios, sino de comunidades sanas y sostenibles.
Relinda Sosa es la presidenta de la
peruana Confederación Nacional de Mujeres Organizadas por la Vida y el
Desarrollo Integral (CONAMOVIDI), cuyos 120 mil activistas trabajan para
que sus comunidades sean más inclusivas, seguras y resistentes.
La red de mujeres
se encarga de más de 10.000 comedores populares en Perú para garantizar la
seguridad alimentaria, identificar los problemas y prevenir los desastres
naturales en las ciudades.
“Debido a la
configuración de la sociedad, las mujeres son las que pasan más tiempo con las
familias y en la comunidad, y por eso la conocen mejor que los hombres, que
muchas veces solo descansan en la zona y luego salen a trabajar lejos”, indicó
Sosa a IPS.
“Pero a pesar de la
posición que ocupan, y debido a la cultura machista que existe en América
Latina, las mujeres a menudo son invisibles. Por eso trabajamos para asegurar
que participen en el proceso de planificación, debido a los datos y los
conocimientos que tienen”, añadió.
El vínculo entre
los líderes públicos y electos es crucial, y CONAMOVIDI intenta facilitarlo
mediante la participación de las mujeres organizadas.
“Cuando el acceso a los servicios
básicos es deficiente, las mujeres son las que tienen que enfrentar estas
situaciones primero”, dijo Carmen Griffiths, dirigente de GROTTS Jamaica,
una organización vinculada a CONAMOVIDI.
“Observamos los
patrones de los asentamientos en las ciudades, hablamos de la densificación
urbana, de la gente que vive en la periferia, en los asentamientos informales,
en viviendas irregulares, sin agua ni saneamiento en algunos casos, sin
electricidad adecuada. Hablamos sobre lo que causa la violencia contra las
mujeres” en los centros urbanos, explicó Griffiths.
Como dijo Clos a
IPS, la protección del espacio público es fundamental, idealmente en una
proporción de 50 por ciento frente a las parcelas edificables, así como la
propiedad pública de los planes de construcción.
El gobierno local
tiene que garantizar la existencia de servicios en el espacio público, algo que
no sucede en una situación de barrio tugurizado, donde no existen regulaciones
ni inversión pública, agregó.
Griffiths se reúne
todos los meses con las mujeres de su organización para hablar de sus problemas
y necesidades y asegurar que se planteen a las autoridades locales.
“A veces sucede que
te encuentras con buenos políticos, pero en otras ocasiones solo quieren el
voto y no interactúan con la gente en absoluto”, añadió.
Griffiths también
integra el consejo asesor de ONU-Habitat, para expresar las necesidades de su
pueblo en el plano internacional y luego llevar el conocimiento a las
comunidades, explicó.
Estas batallas
generan algunos buenos resultados, especialmente en el entorno urbano. Sosa
aseguró que las mujeres de las ciudades están conquistando, poco a poco, una
participación más amplia, mientras que en el ámbito rural la mentalidad sigue
siendo muy conservadora.
Acerca de la relación entre el medio
urbano y el rural, Maruxa Cardama, coordinadora de proyectos de Communitas,
Coalición por Ciudades y Regiones Sostenibles, dijo a IPS que hace falta un
plan inclusivo.
Las ciudades son
dependientes de los recursos naturales de las zonas rurales, como la
agricultura, por lo que la planificación urbana no debe detenerse donde
terminan los edificios de apartamentos, explicó. Esto asegurará que el medio
rural no esté aislado y cuente con los servicios necesarios, añadió.
Aunque no estarán
completados hasta 2015, actualmente una de las metas de los Objetivos de
Desarrollo Sostenible que discute la comunidad internacional es que “las
ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resistentes y
sostenibles” (Fuente: IPS).
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