Por:
Ricardo Verástegui López
Cuando
leemos una obra literaria o
escuchamos una narración popular sobre
determinados hechos estamos ante un
producto de la literatura que no es otra cosa que la recreación subjetiva de una realidad que hace el autor
del texto o el relato, usando para este fin la belleza de la palabra escrita o hablada.
No
olvidemos que la literatura, no surgió de la palabra escrita, como algunas
personas piensan, sino de la tradición oral de los pueblos, esto es de la
palabra hablada. Palabra hablada que con el correr de los tiempos, se tradujo a
la palabra escrita o escritura que se inventó con posterioridad.
Este
proceso lo podemos constatar a partir del origen hablado de la mitología griega,
las leyendas sobre la aparición de los incas, así como las enseñanzas de los
grandes guías espirituales de la humanidad como Jesús de Nazaret, Zoroastro,
Mahoma, Buda, entre otros, difundidas de boca en boca hasta ser volcadas,
después de mucho tiempo, en manuscritos y luego en palabra impresa.
Es
importante, también, discernir las finalidades que cada obra literaria tiene
para lograr no sólo saber leer lo que dice literalmente, sino lo que ésta
connota, esto qué cosa nos dice, desde el contexto en que se escribió y que nos
dice para el contexto en el que vivimos.
Por
ejemplo, cuando leemos “Tres tristes
tigres tragan trigo” o cualquier otro trabalenguas encontramos que el texto
tiene una finalidad lúdica o de motivar al juego de palabras.
En tanto,
cuando nos acercamos a “20 Poemas de
amor y una canción desesperada” de Pablo Neruda entramos en sintonía con la
finalidad expresiva del texto que nos habla de los sentimientos del poeta: “Oh carne, carne mía, mujer que amé y
perdí, a ti en esta hora húmeda, evoco y hago canto”.
Cuando
leemos una parábola de Jesús como la del Hijo
Prodigo, una fábula de Esopo o un dicho popular como: “Haz el bien sin mirar a quién”, percibimos con claridad que el
texto tiene una finalidad didáctica moral.
Finalmente,
cuando leemos novelas como “Redoble por
Rancas” de Manuel Scorza, “El sueño del pongo” de José María
Arguedas, “Aves sin nido” de Clorinda Matto de Turner o la
airada protesta de los profetas judíos contra los reyes de su tiempo, que
habían dado la espalda a ejercer el poder para bien del pueblo: “¡Ay de los que dictan leyes injustas y
prescriben tiranía, para apartar del juicio a los pobres y para privar de su
derecho a los afligidos de mi pueblo; para despojar a las viudas y robar a los
huérfanos” (clamaba Isaías), estamos frente a la finalidad política y
social del texto.
Tener en
cuenta estas diversas finalidades que nos brinda la literatura o la creación
literaria nos ayudará a comprender el propósito con que los autores han escrito
sus obras y a un diálogo con éstos que, sin duda alguna, enriquecerá nuestro
espíritu y nos preparará para pronunciar nuestra propia palabra sea de manera
escrita u oral.
(Periodista).
Rincón literario de URPI para los que inspiran sus
acciones en la lectura.
Boletín virtual de los sábados.
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