sábado, 28 de diciembre de 2013

PÁGINAS MEMORABLES: LA LITERATURA Y NOSOTROS


Por: Ricardo Verástegui López

 

Cuando leemos una obra literaria  o escuchamos  una narración popular sobre determinados hechos estamos  ante un producto de la literatura que no es otra cosa que la recreación subjetiva  de una realidad que hace el  autor  del texto o el relato, usando para este fin  la belleza de la palabra escrita o hablada.

No olvidemos que la literatura, no surgió de la palabra escrita, como algunas personas piensan, sino de la tradición oral de los pueblos, esto es de la palabra hablada. Palabra hablada que con el correr de los tiempos, se tradujo a la palabra escrita o escritura que se inventó con posterioridad.

Este proceso lo podemos constatar a partir del origen hablado de la mitología griega, las leyendas sobre la aparición de los incas, así como las enseñanzas de los grandes guías espirituales de la humanidad como Jesús de Nazaret, Zoroastro, Mahoma, Buda, entre otros, difundidas de boca en boca hasta ser volcadas, después de mucho tiempo, en manuscritos y luego en palabra impresa.

Es importante, también, discernir las finalidades que cada obra literaria tiene para lograr no sólo saber leer lo que dice literalmente, sino lo que ésta connota, esto qué cosa nos dice, desde el contexto en que se escribió y que nos dice  para el contexto en el que vivimos.

Por ejemplo, cuando leemos “Tres tristes tigres tragan trigo” o cualquier otro trabalenguas encontramos que el texto tiene una finalidad lúdica o de motivar al juego de palabras.

En tanto, cuando nos acercamos a “20 Poemas de amor y una canción desesperada” de Pablo Neruda entramos en sintonía con la finalidad expresiva del texto que nos habla de los sentimientos del poeta: “Oh carne, carne mía, mujer que amé y perdí, a ti en esta hora húmeda, evoco y hago canto”.

Cuando leemos una parábola de Jesús como la del Hijo Prodigo, una fábula de Esopo o un dicho popular como: “Haz el bien sin mirar a quién”, percibimos con claridad que el texto tiene una finalidad didáctica moral.

Finalmente, cuando leemos novelas como “Redoble por Rancas”  de Manuel Scorza, “El sueño del pongo” de José María Arguedas, “Aves sin  nido” de Clorinda Matto de Turner o la airada protesta de los profetas judíos contra los reyes de su tiempo, que habían dado la espalda a ejercer el poder para bien del pueblo: “¡Ay de los que dictan leyes injustas y prescriben tiranía, para apartar del juicio a los pobres y para privar de su derecho a los afligidos de mi pueblo; para despojar a las viudas y robar a los huérfanos” (clamaba Isaías), estamos frente a la finalidad política y social del texto.

Tener en cuenta estas diversas finalidades que nos brinda la literatura o la creación literaria nos ayudará a comprender el propósito con que los autores han escrito sus obras y a un diálogo con éstos que, sin duda alguna, enriquecerá nuestro espíritu y nos preparará para pronunciar nuestra propia palabra sea de manera escrita u oral.   

 

 

(Periodista).

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