Por: Ricardo Verástegui López
Es casi común oír
decir que es mejor olvidar ciertos hechos que pueden dañarnos espiritualmente y
agraiearnos afectivamente, que no debemos hacer memoria de los mismos, pues de
nada de sirve esto.
Sin embargo, no
hacer memoria de todos aquellos acontecimientos que han ido marcando nuestro
desarrollo humano, desde que pudimos percibirlos, nos lleva a una pérdida de
identidad, pues quien no tiene memoria de sí mismo no sabe quién es y, más
grave aún, no podrá saber a dónde dirigir sus pasos para realizar su
existencia.
Seremos como el
personaje de “Alicia en el país de las
Maravillas”, que llegado a la
bifurcación de un camino en dos senderos, no sabremos cuál de ellos tomar y es
posible que elijamos el que nos conduzca al fracaso, cuando no a la cancelación
de nuestra propia existencia.
Hacer memoria de lo
vivido como personas y como pueblos nos lleva a descubrir nuestras
posibilidades y limitaciones, nuestras virtudes y nuestros defectos, a corregir
errores, optimar lo positivo, y adquirir la sabiduría necesaria para enfrentar
los nuevos desafíos que se nos presenten en el día a día que, enfrentados por
nosotros, escribirán nuestra historia personal y como comunidad.
Personas y pueblos
que no tienen memoria de sí mismos pasarán como aquellos NN, de los que no se sabe qué hicieron ni
quiénes fueron. De las que sólo se constata su paso por la vida porque allí
están sus cuerpos, pero se ignora sus obras, sus proyectos, sus anhelos, en una
palabra, su existencia.
En nuestro país
hacer memoria nos traerá al presente las causas de aquellas barreras que nos
dividen, que impiden que nos articulemos realmente como una comunidad, una y
diversa, así como nos hará ser conscientes de los elementos que nos identifican
como iguales, y con ello encontrar
conjuntamente (sin anteponer intereses particulares de cualquier orden) los
caminos que nos conduzcan al buen vivir, esto es, los caminos que nos conduzcan
a una genuina libertad y paz basadas en la justicia social.
Libertad y paz que,
sin justicia social, serán flatus voci (pura voz).
(*) Periodista.
Rincón literario de URPI para los que inspiran sus
acciones en la lectura.
Boletín virtual de los sábados.
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