La comida desperdiciada en el mundo provoca más emisiones de gases de efecto invernadero que cualquier país a excepción de China y Estados Unidos, dijo un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Cada año se desperdicia alrededor de un tercio de toda la comida para consumo humano, unos 1.300 millones de toneladas, junto con toda la energía, agua y químicos necesarios para producirla y venderla.
Casi el 30 por ciento de las tierras de cultivo del mundo, y un volumen de agua equivalente a la descarga anual del río Volga, se usan en vano.
En su informe titulado “The Food Wastage Footprint” (La huella del desperdicio de la comida), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estimó que la huella de carbono de comida desperdiciada equivale a 3.300 millones de toneladas de dióxido de carbono al año.
Si fuera un país, sería el tercer mayor emisor después de China y Estados Unidos, sugiriendo que un uso más eficiente de la comida podría contribuir sustancialmente a los esfuerzos mundiales por recortar las emisiones de gases de efecto invernadero para limitar el calentamiento global.
En el mundo industrializado, gran parte del derroche procede de consumidores que compran demasiado y tiran lo que no comen. En los países en desarrollo, es principalmente el resultado de una agricultura ineficiente y de falta de instalaciones apropiadas de almacenaje.
"La reducción del desperdicio de alimentos no sólo evitaría la presión sobre la escasez de recursos naturales sino que también disminuiría la necesidad de aumentar la producción de alimentos en un 60 por ciento para cumplir la demanda de la población para 2050", dijo la FAO.
El organismo sugirió mejorar la comunicación entre productores y consumidores para gestionar la cadena de suministro de forma más eficiente, así como invertir más en cosechas, refrigeración y métodos de empaquetado.
También señaló que debería alentarse a los consumidores en el mundo desarrollado a servir porciones más pequeñas y a hacer más uso de los excedentes. Los negocios deberían dar la comida sobrante a las organizaciones benéficas y desarrollar alternativas para deshacerse de la basura orgánica en basureros.
La FAO estimó el costo de la comida desperdiciada, excluyendo el pescado y los mariscos, en unos 750.000 millones de dólares al año, basándose en los precios de los productores.
La comida desperdiciada consume alrededor de 250 kilómetros cúbicos de agua y 1.400 millones de hectáreas, gran parte hábitats diversos que han sido despejados para hacerlos cultivables (Fuente: Reuters/AFP).
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