El concepto de
responsabilidad social empresarial (RSE) va más allá de las donaciones
caritativas o las inversiones sociales voluntarias que hacen las empresas hacia
afuera, en las comunidades a su alrededor o para buenas causas a nivel
nacional, afirma la directora del Centro de Investigación de la Universidad del
Pacífico, Cynthia Sanborn, en un suplemento especial dedicado al tema,
publicado ayer por el diario La República.
Sanborn señala que es
necesario que los ejecutivos tengan claro el papel que la empresa debe jugar,
no sólo en la comunidad, sino también con sus colaboradores.
La especialista en la
materia dice que “una empresa socialmente responsable lo es también hacia
adentro y en múltiples dimensiones, con sus trabajadores y colaboradores,
proveedores y clientes, con el entorno físico y ambiental”.
Recalca que en la
mayoría de las grandes empresas el mensaje ya ha calado, y la creencia de que
el progreso debe compartirse con todos aquellos grupos a quienes alcanza su
influencia es necesaria para afianzar no sólo su prestigio, sino también su
avance económico. No es un tema que se base únicamente en la filantropía o en
el aprovechamiento de las relaciones comunitarias. Es algo complejo y que
conjuga varias visiones al respecto, subraya.
Por su parte, el
presidente de Arellano Marketing y catedrático de la Pontificia Universidad
Católica del Perú, Rolando Arellano, en un artículo titulado “Los matices de la
Responsabilidad Social”, plantea que existen tres enfoques predominantes en
torno a la forma en que las organizaciones se aproximan a este tema: el
“moralista”, que motiva a las empresas a solucionar injusticias por obligación moral;
el “inmediatista”, que busca resultados concretos y medibles, a fin de cosechar
réditos instantáneos en la opinión pública; y la visión “racional”, que propone
cooperaciones permanentes y de largo aliento que apunten a la sostenibilidad.
Cada uno de estos
enfoques, de acuerdo con Arellano, tiene sus pros y sus contras. No obstante,
para que un programa de responsabilidad social tenga un verdadero impacto en la
comunidad y permita cosechar beneficios en las compañías que lo promueven,
requiere de un poco de cada uno de esos puntos de vista.
“Lo ideal sería un
planteamiento que mezcle las tres posiciones con pesos diferenciados. A riesgo
de parecer políticamente incorrecto, esta postura tendría cuatro partes de
racionalismo (para asegurar que en el largo plazo todos ganen), dos partes de
inmediatez (para poder funcionar bien de manera cotidiana) y una de moralismo
(porque no todo debe ser utilitario)”, asevera Arellano (Fuente: Diario La
República).
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