Cuando los egiptólogos
canarios que excavan la tumba TT209 de Luxor iniciaron este año su cuarta
campaña, ignoraban que, entre otros hallazgos, iban a encontrar una copa para
ellos tan valiosa como el Grial, pues vendría a confirmar que la construcción
pertenece a la dinastía XXV o kushita, de origen nubio.
Con 42 grados a las nueve de
la mañana y una humedad de apenas el 10 por ciento, el equipo de la misión
arqueológica de la Universidad de La Laguna (Tenerife) que dirige el profesor
titular de Prehistoria, Arqueología e Historia Antigua Miguel Ángel Molinero,
reanudó sus trabajos el 12 de junio en la antigua ciudad de Tebas, donde
permanecieron hasta el 24 de julio.
"No hay que creerse la
reencarnación de los sacerdotes más sabios del Egipto antiguo para predecir que
esta campaña va a estar marcada por el clima en general y el calor en
especial", indica el diario en internet de la excavación de la tumba
TT209, perteneciente a quien pudo haber sido un alto funcionario de ese
periodo, Nisemro.
Precisamente dos días antes de
acabar la campaña los egiptólogos dieron a conocer lo que puede ser "la
nueva cara de Nisemro", tras limpiar en parte un relieve que lo representa
y en el que ya se aprecia su rostro "con una nitidez" que no se veía
antes, especialmente sus rasgos kushitas.
La tumba de Nisemro fue
localizada por el equipo de La Laguna en 2012 siguiendo los informes de
investigadores de comienzos del siglo XX y planos de mitad de los años sesenta,
tras unas riadas que la cubrieron y llevaron a darla por perdida.
"La puerta estaba abierta
para la nueva campaña. Los relieves de Nisemro, el propietario de la tumba,
parecían orgullosos de haber actuado como protectores del cierre desde las
jambas de la puerta", señalan los arqueólogos al volver a encontrarse con
una edificación que estuvo completamente cubierta de sedimentos "hasta el
techo" y aún lo están varias de sus cámaras.
Incluso en varias ocasiones
encuentran las huellas del paso de los egiptólogos que les precedieron en la
tumba y de los saqueadores que también estuvieron en ella. "De los
primeros nos gusta identificar qué testimonios estratigráficos han quedado de
su paso. Los segundos no nos gustan nada, porque los reconocemos por sus
consecuencias: el hueco que ha dejado el robo de un relieve, por mencionar un
caso concreto", escriben.
También relatan que entre los
materiales con una cronología precisa hallados en el interior tienen varios
recipientes ptolemaicos de estilo floral. Estos sirven para fechar la
reutilización de la tumba en esa época para uso ceremonial.
Las piezas cerámicas que
encontraron los arqueólogos españoles muestran motivos de lotos y estilizadas
hojas de plantas acuáticas del Nilo y corresponden a un modelo que se
desarrolló entre mediados del siglo III y finales del siglo II a. C.
Ya el 25 de junio de 2015
precisan: "Tenemos la seguridad de que la tumba es de la dinastía kushita.
El título principal del propietario tiene un único paralelo en un funcionario
nubio de comienzos de la dinastía XXV y el conjunto de la titulatura de ambos
es similar, pero apenas hemos encontrado restos de cultura material que puedan
atribuirse a esa dinastía".
Por eso, la copa que han
hallado los egiptólogos "es especialmente importante, pues es el primer
objeto completo encontrado en la tumba que puede atribuirse a esa
dinastía". "Aunque no apareció en estratos de utilización de la
tumba, sino en el depósito de una riada, para nosotros es tan valiosa como si
fuera el Grial", añaden.
A finales de junio los
arqueólogos van encontrando evidencias materiales de un ritual funerario que
empiezan a aparecer "en un número muy alto en forma, por ahora, de
recipientes cerámicos". "No son testimonios de vida cotidiana sino
ceremoniales, pues junto a los grandes contenedores aparecen también copas con
el borde quemado".
En cuanto al momento en que
esa ceremonia tuvo lugar, no parece ser la del enterramiento original, pues la
cronología de estas cerámicas es al menos 400 años posterior a la construcción
de la tumba TT 209, en torno a la primera mitad del siglo IV a. C.
En julio los arqueólogos van
despejando el elemento decorativo más significativo de la cámara transversal y,
seguramente, de toda la TT 209: las cuatro semicolumnas de la pared norte, de
capitel lotiforme, un rasgo sin paralelo en otras tumbas tebanas, que la dota
de una personalidad específica.
"Cada sala nos da
imágenes inesperadas de la vida y la muerte en el pasado. Seguro que podemos
esperar sorpresas cuando retomemos el trabajo", pues aún queda al menos
medio metro de depósitos sedimentarios y los egiptólogos creen que la próxima
campaña puede ser "la vía de tránsito a nuevos descubrimientos"
(Fuente: EFE).
No hay comentarios:
Publicar un comentario