En Villa Inflamable, un
asentamiento precario al sur de la capital argentina, los niños están
envenenados con plomo. Reubicarlos a ellos y sus familias exige un
proceso socioambiental tan complejo como el de las obras de saneamiento de la
zona, en una de las cuencas más contaminadas del mundo.
Al pisar Villa Inflamable,
incrustado en el Polo Petroquímico de Dock Sud, en el municipio de Avellaneda,
en el área metropolitana de Buenos Aires, el sabor de los productos químicos y
las partículas de polvo, se sienten en la garganta, en la saliva y en los
pulmones.
Pero aquí, donde sus más de
1.500 familias están expuestas a contaminantes de la industria y del suelo
rellenado con residuos tóxicos, sobre los que se construyeron viviendas,
los niños lo sufren en la sangre.
“El sistema de
salud no tiene muchas herramientas para actuar sobre las enfermedades
originadas en cuestiones ambientales porque el médico no puede recetar que se
limpie el ambiente. Necesitamos adaptar las herramientas de salud pública a
este nuevo problema”: Leandro García Silva.
“Al año tenía 55 (microgramos)
de plomo en la sangre. Tuve que internarla”, relató a IPS una residente
en el barrio, Brenda Ardiles, sobre su hija, ahora de 3 años. Tiene otra niña
de ocho meses, también contaminada
“Cada noche les sangra la
nariz, no aguantan el dolor de cabeza, les duelen los huesos, pero como de
noche no hay transporte recién a la mañana puedo ir a la guardia (emergencia
sanitaria)”, agregó su suegra, Nora Pavón, madre de otros cuatro niños
afectados.
El Centro para el Control y la
Prevención de Enfermedades define el envenenamiento de plomo durante la niñez,
a partir de 10 microgramos por decilitro en la sangre.
A largo plazo, añade, puede
afectar el desarrollo y aprendizaje, la reducción de la inteligencia, pérdida
de la audición, e hiperactividad.
“Una de mis hijas está en
tercer grado y la otra en cuarto y no saben leer. Los médicos dijeron que ese
atraso es producto del plomo”, confirmó Pavón.
Villa Inflamable concentra
todos los problemas ambientales de la Cuenca Matanza Riachuelo, que en sus 64
kilómetros de trayecto atraviesa 14 municipios, incluyendo la capital donde
desemboca. En su área viven más de 120 mil familias en 280 asentamientos, de las cuales hay
que relocalizar 18 mil.
En un lado están las empresas
contaminadoras: petroquímicas, hidrocarburíferas, almacenadoras de sustancias
químicas y combustibles, y procesadoras de residuos tóxicos.
En el otro, los problemas
típicos de la miseria, como viviendas precarias, áreas inundables, basureros
clandestinos y falta de saneamiento.
“Esa laguna está toda podrida,
no sé qué tiran allí”, indicó Pavón señalando el pantano detrás de su vivienda,
rodeado de basura y que funciona como una cloaca natural del barrio.
En total, en la cuenca viven
unos cinco millones de personas, 35 por ciento sin agua potable y 55 por ciento
sin cloacas.
“Muchos chicos tenían diarrea.
La red de agua está contaminada y las conexiones clandestinas no son seguras”,
explicó Claudia Espínola, de la Junta Vecinal Sembrando Juntos, que
distribuye bidones de agua potable en Villa Inflamable.
La Corte Suprema de Justicia requirió en 2008 la descontaminación del área
a la Autoridad de la Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR), creada dos años antes y
que en 2011 estableció Plan Integral de Saneamiento Ambiental para su limpieza
y desarrollo sustentable.
El plan incluye la
reconversión industrial, limpieza y descontaminación de ríos y márgenes,
recolección y tratamiento de basura, obras de desagüe y potabilización del
agua, además de la reurbanización de asentamientos o su reubicación.
En total, engloba 1.600
proyectos a completarse en 2024, incluido la construcción de 1.900 viviendas,
con una inversión total del equivalente a 4 mil millones de dólares.
“Nos ofrecieron otro lugar
pero la rechacé porque somos tres familias, 15 personas vivimos en esta casa.
No cabíamos en la otra aunque hiciéramos malabarismos”, recordó Pavón,
que aceptó una segunda propuesta, aunque lamentando que no habrá espacio para
que sus niños jueguen.
Muchos no aceptan el traslado
por motivos que varían desde la oferta habitacional, al desconocimiento de la
grave contaminación.
“A veces las casas son
pequeñas y muchos están acostumbrados a terrenos grandes. Otros trabajan o
tienen su negocio en su casa, son recicladores, y no saben cómo continuarán
allá”, precisó Espínola, en su diálogo con IPS.
Otra razón, más difícil de
dirimir, es la rivalidad entre los equipos de fútbol del viejo y nuevo
barrio donde se les va a reasentar, en el mismo municipio de Avellaneda.
“Es un problema histórico
entre los hinchas de los clubes de Dock Sud y de San Telmo, una rivalidad a
veces violenta. Un problema cultural que creemos que podemos revertir y estamos
trabajando en eso”, subrayó.
En Villa Inflamable, un centro
de salud ambiental controla ahora los niveles de contaminación.
Defensoría vigila
Pero según Leandro García
Silva, jefe de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Defensoría del
Pueblo de la Nación que acompaña el fallo judicial, falta un mapeo previo de
riesgo.
“El sistema de salud no tiene
muchas herramientas para actuar sobre las enfermedades originadas en cuestiones
ambientales porque el médico no puede recetar que se limpie el ambiente.
Necesitamos adaptar las herramientas de salud pública a este nuevo problema”,
enfatizó.
Simultáneamente, ACUMAR
emprendió ambiciosos proyectos de infraestructura, como la construcción de un
colector cloacal de 11,5 kilómetros y un emisario subfluvial de 11
kilómetros, financiados por el Banco Mundial con 840 millones de dólares, en obras que
deben concluirse en 2016.
Antolín Magallanes, director
institucional de ACUMAR, precisó a IPS que el colector es un ducto
subterráneo en una margen del Riachuelo que llevará los líquidos cloacales a
dos piletas de decantación, en las localidades de Dock Sud y Berazategui. En
esta, ya funciona.
“El colector es una obra muy
importante porque 70 u 80 por ciento de la contaminación del Riachuelo es
cloacal. Eso resuelve casi por completo ese tema”, destacó.
Asimismo se construirán seis
cascadas para oxigenar las aguas, proyectadas por la empresa estatal Agua y
Saneamiento Argentino (AySa) y la
Universidad de Buenos Aires.
“El capítulo de saneamiento es
importantísimo, las obras de infraestructura previstas van aportar un mayor
saneamiento y tratamiento, sobre todo en efluentes cloacales y provisión de
agua potable”, opinó Javier García Espil, coordinador del equipo del Riachuelo
en la Defensoría.
“Pero si eso no se acompaña
con gestión ambiental, es decir ordenamiento del territorio, control de las
industrias, control de inundaciones, de fomento de nuevos modos de ocupar este
territorio, será una respuesta limitada”, enfatizó a IPS.
Transformar el modelo
ACUMAR reforzó las
inspecciones en esta región que aporta 30 por ciento del producto industrial
argentino.
“Tenemos empadronadas
alrededor de 13 mil empresas, de las cuales unas 7 mil son industriales e
identificadas 1.254 contaminantes. Unas 900 ya presentaron planes de
reconversión”, aseguró Magallanes.
La Defensoría reconoce esos
avances pero critica como insuficientes los créditos para esas reconversiones y
los planes estratégicos.
“El problema no es simplemente
inspeccionar y ajustar algún proceso, que aunque necesario, es parte de un
problema mayor que es definir qué tipo de industrias queremos en el futuro. Un
desafío grande que sigue pendiente”, consideró García Espil.
“Es necesario que se pongan en
marcha mecanismos nuevos: la gestión ambiental con ordenamiento de territorio,
considerando la capacidad de los ecosistemas, y la complejidad del territorio,
involucrando la participación social”, acotó García Silva.
Siete años de lucha compleja
contra dos siglos de abandono en una cuenca que según Magallanes “ha sido
el refugio histórico de millones de personas que no tuvieron donde ir por
cuestiones sociales”.
Pavón, inmigrante de la
norteña provincia del Chaco, lo resume: “Volvería al Chaco que es más sano y
más lindo para criar los chicos pero no hay trabajo. Vi en el noticiero que un
chico murió allí de desnutrición”
Aun así intentó volver a su
pueblo “para ver si bajaba un poco el plomo de los chicos”, pero fracasó por
falta de trabajo. Entre la desnutrición y el plomo, tuvo que elegir el plomo
(Fuente: IPS).
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