El papa Francisco reformó este
martes el procedimiento de la Iglesia Católica para anular los matrimonios,
haciéndolo más simple, rápido y gratuito, una reforma pensada para los más
pobres, pero vista con recelo por los más conservadores.
A un mes del delicado sínodo
de los obispos sobre la familia, esta reforma podría ser mal vista por algunos
prelados conservadores, que temen que se trate de la introducción de un
divorcio católico disimulado, pese a que solo atañe al procedimiento y no a los
motivos.
La reforma, anunciada en dos
'motu proprio' (carta papal) -una para la Iglesia romana y otra para las Iglesias
orientales vinculadas a Roma-, refleja la voluntad de Jorge Mario Bergoglio de
desburocratizar la justicia vaticana y de otorgar un papel central a los
obispos.
En las cartas, el papa hace
también referencia al "gran número de fieles" que actualmente no
pueden anular sus nupcias "debido a la distancia física y moral" con
las "estructuras jurídicas" de la Iglesia.
Francisco decidió que una sola
sentencia bastará para decretar la nulidad del matrimonio eclesiástico, en vez
de las dos que se requerían hasta ahora. El recurso al tribunal de la sede
apostólica romana, la Rota, seguirá siendo posible, pero excepcional.
Para pronunciarse sobre un
recurso de anulación, el obispo designará a un juez único del clérigo y deberá
asegurarse de que "ningún laxismo será permitido".
Un trámite más corto está
previsto para los casos de anulación más evidentes. En estos casos, el obispo
de la diócesis será él mismo juez, con el fin de que las decisiones respeten
"la unidad católica en la fe y la disciplina".
Principio de
gratuidad
El papa Francisco decidió
también que el procedimiento sea gratuito para todos, con la ayuda de las
conferencias episcopales a las que se les pide otorgar una "retribución
digna" al personal de los tribunales.
"En un asunto tan
estrechamente relacionado con la salvación de las almas, la Iglesia,
mostrándose como una madre generosa, manifiesta el amor gratuito de Cristo que
salvó a toda la Humanidad", afirmó el papa.
Desde su elección en 2013,
Francisco había hecho hincapié en la desigualdad existente entre los fieles
frente a la anulación del matrimonio católico, percibido como un privilegio
para los más acaudalados.
Varias celebridades, como la
princesa Carolina de Mónaco, obtuvieron la nulidad de su matrimonio. Sin
embargo, el trámite era hasta ahora complejo y oneroso para la mayoría de
hombres y mujeres, que no conocen bien el funcionamiento de la justicia
eclesiástica o no tienen recursos suficientes.
Esta ambiciosa reforma
democratiza el trámite de anulación del matrimonio católico, pero no modifica
los motivos que justifican las anulaciones, un tema que se abordará durante el
sínodo de los obispos de octubre próximo. El papa ha reafirmado en varias
ocasiones el principio de indisolubilidad del matrimonio.
Esta reforma retoma las
recomendaciones de una comisión creada el año pasado por el papa argentino.
El papa actuó "con
gravedad, pero con gran serenidad y puso a los pobres en el centro",
subrayó el presidente de esta comisión, monseñor Pio Vito Pinto, quien explicó
que la reforma expresa una orientación fundamental del Concilio Vaticano II
(1962-1965), que otorga un papel central a los obispos.
Durante el último sínodo sobre
la familia en octubre pasado, una mayoría de obispos se había pronunciado a
favor de un trámite más fácil y rápido.
Desde el verano de 2014, el
papa -ya consciente de este problema que tuvo que enfrentar en varias ocasiones
cuando era arzobispo de Buenos Aires-, había decidido emprender esta reforma.
Reconocer la nulidad del matrimonio equivale a decir que debido a un defecto
desde el principio, el sacramento nunca tuvo lugar. Esto permite a los ex esposos
casarse de nuevo por la Iglesia. Al contrario, la Iglesia rechaza el divorcio y
considera al segundo matrimonio por lo civil como una infidelidad al verdadero
cónyuge.
La falta de consentimiento, la
mentira, la no consumación de la unión son algunos de los principales
argumentos invocados para pedir la nulidad de una unión eclesiástica. Algunos
creyentes emprenden trámites largos y difíciles para obtener la nulidad ante las
jurisdicciones eclesiásticas, ya que el divorcio los privaría de los
sacramentos.
Está previsto que durante el
nuevo sínodo de octubre próximo se aborde la falta de fe como un motivo para
obtener la anulación del matrimonio. En efecto, a menudo las parejas se unen en
matrimonio por presión social, sin darse cuenta del compromiso que toman.
No obstante, los conservadores
estiman que estas reformas quebrantan la institución. Según ellos, otorgar más
fácilmente la nulidad equivale a un divorcio católico disimulado (Fuente: AFP).
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