Por: Voltaire

Patria es la reunión de muchas familias, y así como
ordinariamente sostenemos a la familia por amor propio, cuando no media un
interés contrario, por ese mismo amor propio sostiene cada individuo la ciudad
o la aldea de su nacimiento, que llamamos su patria. Cuanto más grande llega a
ser la patria, menos la amamos, porque el amor dividido se debilita. Es
imposible amar tiernamente a una familia muy numerosa que apenas conocemos.
El que siente la ardiente ambición de ser edil,
tribuno, pretor, cónsul o dictador, se esfuerza por pregonar que ama a su
patria, pero sólo se ama a sí mismo. Cada ciudadano desea estar seguro de
poderse acostar por la noche en su casa sin que otro hombre se abrogue el poder
de mandarle que se acueste en otra parte; cada ciudadano quiere estar seguro de
su fortuna y de su vida. Teniendo todos los ciudadanos los mismos deseos,
sucede que el interés particular se convierte en interés general; cuando se
hacen votos en favor de la República, en realidad cada cual los hace en
beneficio propio.
Es imposible que haya en la tierra ningún Estado que
al principio no se haya gobernado por la República, porque ésta es la marcha
natural de la naturaleza humana. Algunas familias empiezan a reunirse al principio
para defenderse de los osos y de los lobos; las que sólo tienen granos los
cambian con las que tienen sólo leña. Cuando descubrimos a América encontramos
todas sus poblaciones divididas en repúblicas; sólo había dos monarquías en
toda aquella parte del mundo; entre mil naciones sólo encontramos dos que
estuvieron subyugadas.
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Es triste que muchas veces para ser buen patriota, sea
preciso ser enemigos del resto de los hombres. El antiguo Catón, que era un
buen ciudadano, decía en voz alta en el Senado. ”Esta es mi opinión, y quede
arruinada Cartago”. Ser buen patriota es desear que la ciudad donde hemos
nacido se enriquezca por medio del comercio y sea poderosa por medio de las
armas; pero es evidente que un país no puede ganar sin que otro país pierda, y
que no se puede vencer sin causar muchas víctimas. Tal es la condición humana,
que desear la grandeza de nuestro país es desear la decadencia de otros países;
el que deseara que su patria no fuese nunca ni más grande ni más pequeña, ni
más rica, ni más pobre, ése sería el verdadero ciudadano del universo.
(*) Fragmento de un texto de Francisco María Arouet
“Voltaire”, uno de los grandes filósofos franceses de la Edad Moderna, contenido en su célebre
Diccionario Filosófico publicado el año de 1764.
Rincón literario de URPI para los que inspiran sus
acciones en la lectura.
Boletín virtual de los sábados.

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