Brasil y Estados
Unidos están por culminar el proceso para aprobar por primera vez en el mundo
el uso comercial de eucaliptos genéticamente modificados en sus
territorios.
El gobierno brasileño recibirá las consultas del público sobre la
comercialización de estos árboles transgénicos durante la primera semana
de septiembre. De manera similar, las autoridades de Estados Unidos divulgarán
en forma inminente el borrador de una evaluación de impacto ambiental que
comenzó a principios de 2013.
Pese a que la industria papelera afirma lo contrario, voces críticas
advierten que el uso de los árboles genéticamente modificados (GM)
agravará la deforestación. Las aprobaciones oficiales de Washington y Brasilia
significarían el punto de partida para toda una gama nueva de productos que
desarrollarían también otros países.
“Si Brasil y Estados Unidos reciben el permiso
para comercializar estos árboles, nada impediría que exporten esos productos
para que otros países los cultiven”, opinó Anne Petermann, directora ejecutiva
de la organización ecologista Proyecto Ecologista por la Justicia Mundial
(GJEP) y coordinadora de la Campaña para Detener a los Árboles GM, una
red que anunció una iniciativa mundial el miércoles 20.
Los “árboles GM crecerían más rápidamente y tendrían un valor económico
mayor, así que… las plantaciones convencionales actuales se convertirían a
plantaciones transgénicas en muchas partes de África, América Latina y Asia”,
señaló en diálogo con IPS.
“Además, tanto Europa como Estados Unidos están estudiando otros árboles
con ingeniería genética que generarían toda una serie adicional de posibles
impactos”, aseguró Petermann.
Hasta ahora, Estados Unidos solo autorizó el uso de dos árboles
frutales transgénicos. El eucalipto será la primera especie forestal GM con
aprobación oficial. La Unión Europea, Australia y otros países consideran
aprobaciones similares, mientras que China produce ya álamos transgénicos.
El enfoque de las plantaciones
El eucalipto es un árbol especialmente lucrativo y es la madera dura que
más se planta en el mundo. Se utiliza sobre todo para producir pulpa y productos
derivados del papel.
Estados Unidos probablemente utilizará el eucalipto también para
alimentar la creciente demanda mundial de biocombustibles, en particular en la
forma de pellets de madera o briquetas. El país es el mayor productor mundial
de briquetas, y solo en 2012 sus exportaciones crecieron 70 por ciento.
Las autoridades de Estados Unidos estudian dos tipos de eucalipto
modificado genéticamente para resistir las heladas y ciertos antibióticos, lo
que permitiría tener plantaciones mucho más al norte. La empresa que solicitó
la aprobación oficial, ArborGen, sostiene que con la introducción de sus
plántulas se ampliaría por cuatro las zonas de este país que podrían plantar
eucaliptos.
ArborGen calcula
que la autorización oficial multiplicaría por 20 sus ventas, a unos 500
millones de dólares al año en 2017, según un informe publicado en 2013
por el Centro para la Seguridad Alimentaria. Del mismo modo, analistas
brasileños prevén que el mercado de productos de eucalipto se expanda 500 por
ciento en los próximos 20 años.
Pero está comprobado que el eucalipto, que se cultivó en plantaciones
convencionales durante años, es especialmente problemático y hasta peligroso
como monocultivo.
El eucalipto necesita un volumen de agua sumamente alto para crecer y es
muy invasivo. Los árboles también son altamente combustibles. Se calcula que
casi tres cuartas partes de la energía de las llamas de un incendio devastador
en el occidental estado de California en los años 90 provenía de
eucaliptos.
Muchos temen que el sello oficial de Estados Unidos y Brasil impulse el
modelo de producción del monocultivo.
“Se demostró que
este modelo es muy negativo para las comunidades y la naturaleza locales, ya
que expulsa y limita el acceso de la gente a sus territorios y deteriora y
contamina los recursos de agua, especialmente en el Sur mundial”, advirtió
Winfridus Overbeek, coordinador del Movimiento Mundial por los Bosques
Tropicales, en diálogo con IPS desde Uruguay.
“Muchas de estas plantaciones en Brasil son un obstáculo para la muy
necesaria reforma agraria que permitiría a mucha gente que pasa hambre
finalmente producir alimentos en sus propias tierras. Pero con el modelo de las
plantaciones, la mayor parte de la madera que se produce se destina a la
exportación, para atender la demanda de papel cada vez mayor en otros lugares”,
explicó.
Como dicen los campesinos brasileños, “el eucalipto no se puede comer”,
destacó Overbeek.
Más madera, más tierra
A pesar del auge de
los medios digitales, la industria papelera mundial sigue siendo un gigante que
se alimenta de la demanda diaria de un millón de toneladas de papel y sus
productos derivados. En 2010 se utilizaron 400 millones de toneladas de papel,
según el Fondo Mundial para la Naturaleza, y la cifra podría aumentar a 500
millones de toneladas al año a fines de esta década.
ArborGen y otras voces a favor de los árboles transgénicos y el sistema
de plantaciones en general sostienen que un mayor uso de los árboles
“cultivados” reducirá la presión sobre los bosques autóctonos. De hecho, el
lema de la empresa es “Más madera. Menos tierra”.
Pero las repercusiones del monocultivo son evidentes. Indonesia, por
ejemplo, permitió la tala de más de la mitad de sus bosques en los últimos 50
años para abrirle paso a las plantaciones de palma.
Según datos de
la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
(FAO), las plantaciones mundiales duplicaron su producción promedio de madera
entre 1990 y 2010, pero el tamaño de las mismas también creció 60 por ciento.
“Aunque los árboles de crecimiento más rápido parezcan lindos y útiles,
en realidad es todo lo contrario. A medida que adquieren más valor, se les
destina más tierra”, afirmó Petermann, de GJEP.
“Especialmente en Brasil, por ejemplo, donde la intensificación de la
madera en cada hectárea hace que cada vez más tierra se convierta” al
monocultivo, añadió.
En junio, más de
120 grupos ecologistas de todo el mundo propusieron reformas integrales para
asegurar la sostenibilidad de la industria papelera, que tradicionalmente ha
sido un motor clave de la deforestación. La propuesta, Una visión global
para el papel, exhorta a los usuarios y productores a “rechazar la fibra
proveniente de organismos modificados genéticamente”.
“Abogamos por la
conservación y la reducción del consumo como primeros pasos lógicos antes de
manipular la naturaleza y poner los sistemas naturales en riesgo de
contaminación”, dijo Joshua Martin, director de la Red Ambiental del Papel,
una organización con sede en Estados Unidos que coordinó la propuesta (Fuente:
IPS).
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