Por:
Álvaro Lasso
El juez tiene una flor de cementerio sobre su pecho.
Pobre, ha intercambiado su vida por un impromptu. Siente que sopla dese el
cielo, como mirando al otro, que está abajo. Espléndido, el otro compone una
escalera para que el juez pueda bajar. La escalera es terminada: mide lo que el
tiempo mide, cuando está alegre. En el primer escalón, el otro mira para
arriba, esperando que el impromptu se acabe, y pueda bajar el día de la muerte
del otro, el impromptu no había terminado, pero se escucharon pasos, el juez
bajó, y soplando, puso la flor de cementerio sobre su pecho.
(*) Texto del libro “”Dos niñas de Egon
Schiele” del escritor y director de la
Editorial Estruendomudo, volumen publicado en Lima el año 2006. Foto: D:R:
Rincón literario de URPI
para los que inspiran sus acciones en la lectura.
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