En las fértiles
márgenes de río Nilo Blanco, uno de los principales afluentes del Nilo en
África subsahariana, una cooperativa agrícola de veteranos de guerra trata de
garantizar su futuro alimentario cuando el peligro de hambruna se cierne sobre
el atribulado Sudán del Sur.
Wilson Abisai Lodngareng, de 65 años, es un agricultor periurbano y
fundador de la Asociación de Veteranos Werithior (WVA), con sede en esta
capital sur sudanesa. La organización está integrada por 15 agricultores de
distintas edades; el más joven de apenas 25 años es hijo de uno de ellos. El
colectivo tiene una huerta de 1,5 hectáreas a las afueras de Yuba, donde
cultivan verduras.
“He visto miembros activos en el grupo, todos exsoldados del ELPS
(Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán). Los llamo cuando hay que
desmalezar la huerta”, contó Lodingareng a IPS. “Voy una vez al día todas las
mañanas para revisar los cultivos y ver qué está listo para la venta”, relató.
“Hice mi parte
para poner a mi país en la senda de la autodeterminación. Ahora me propongo
trabajar duro. Voy a hacer todo lo que pueda para salir de la pobreza y mejorar
mi situación económica”: Wilson Abisai Lodngareng.
Algunos de los
miembros de WVA debieron abandonar sus hogares y viven en un campamento en esta
ciudad de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en la República
de Sudán del Sur (UNMISS).
Desde el inicio del enfrentamiento, el 15 de diciembre de 2013, entre
las fuerzas del presidente Salva Kiir y las rebeldes del vicepresidente, Riek
Machar, 1,5 millones de personas debieron abandonar sus hogares.
Actualmente,
3.500.000 sur sudaneses sufren inseguridad alimentaria, según la Organización
para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Lodingareng contó lo difícil que fue conseguir un terreno cerca del río
Nilo, pues muchos inversores internacionales compiten por las buenas tierras
agrícolas. Le llevó casi tres años conseguir un arrendamiento con la comunidad
dueña del terreno.
Pero logró transformar el pastizal lleno de maleza en una huerta con
brotes de verduras de hojas y de hierbas. WVA cultiva quimbombó (ocra), col,
hojas de yute y cilantro. “Son cultivos de corto impacto que crecen rápido; en
uno o dos meses”, indicó Lodingareng. “El quimbombó se cosecha cada tres o
cuatro días”, apuntó.
La idea de la huerta de WVA es que la tierra sea un recurso que no se
desperdicie. Lodingareng observa su huerta y piensa en la posibilidad
expandirla al terreno vecino, también desocupado.
“Pienso en ampliar los cultivos a maíz, papas, zanahorias y berenjenas”,
indicó. “El primer año fue muy difícil. Pero el próximo debería ser mucho
mejor”, confió.
Simon Agustino,
oficial de programa del Comité Central Menonita (MCC) en Sudán del Sur,
contó: Lodingareng “vino a nuestra oficina con una propuesta y solicitando
ayuda”.
“Los veteranos no tenían esperanzas ni forma de mantener a su familia.
La gente creía que él perdía el tiempo cavando. Pero no se rindió”, relató.
MCC le suministró capital para arrendar el terreno, capacitar a los
beneficiarios y para la producción de frutas y verduras, así como la compra de
suministros para la granja y herramientas. Además monitoreó el avance de WVA.
“Finalmente consiguió el terreno,
ahora produce y sus cultivos se venden en el mercado. Una señal de su éxito es
que más veteranos consideran unirse al grupo”, indicó Agustino.
Según él, la mayoría de los veteranos del ELPS se vuelcan a la
delincuencia tras ser dados de baja. Pero Lodingareng no volvería a dedicarse
al abigeato ni a usar armas para robar. Él tiene una visión de futuro para
Sudán del Sur.
“Hice mi parte para poner a mi país en la senda de la
autodeterminación”, explicó Lodingareng. “Ahora me propongo trabajar duro. Voy
a hacer todo lo que pueda para salir de la pobreza y mejorar mi situación
económica”, aseguró.
Lodingareng peleó con el ELPS entre 1985 y 2008, y cuando hace seis años
no quedó en el ejército comenzó a pensar en la época en que era estudiante de
economía en la ugandesa Universidad de Makerere, en Kampala.
“Hice un curso y escribí un informe sobre economía agrícola. Me
enseñaron que la tierra es alimento y que los cultivos comparten rasgos de
comportamiento con los humanos”, relató.
Lodingareng pertenece al pueblo de pastores toposa, del sudeste del
país, pero su esposa es nuer, uno de los principales grupos étnicos de Sudán
del Sur, junto con los dinkas.
“Nos perseguían. Escondí a mi esposa en el pueblo y, con ayuda del MCC,
la llevé a Uganda”, contó. “Regresé y descubrí que habían entrado a mi casa y
la habían saqueado totalmente”, añadió.
Los veteranos de WVA son de distintos grupos étnicos de Sudán del Sur.
Su labor demuestra que la agricultura es una forma de reunir a los sur sudaneses,
dejar de lado la pertenencia tribal y plantar juntos en la estación lluviosa.
Lodingareng cree que nunca es tarde para abrazar la causa de la
agricultura, aun cuando hay millones de personas desplazadas de sus hogares y
el país está al borde de la hambruna.
“El ambiente político desalentó a muchos a cultivar en esta temporada”,
se lamentó. “Pero si todo el mundo trabajara en su huerta, las cosas
mejorarían”, opinó.
MCC planea comenzar un programa de reconciliación y paz con ayuda del
WVA. “Tiene tantas ideas sobre cómo poner fin al conflicto”, se maravilló
Agustino (Fuente: IPS).
No hay comentarios:
Publicar un comentario