Plantas exóticas
invasoras como el marabú y cítricos con plagas son la nueva materia prima en
Cuba para hacer carbón vegetal, un producto artesanal muy demandado en Europa
por su llama azul con poco humo y ceniza.
En 2013, el país exportó 70.200 toneladas de biocarbón a Alemania,
Bélgica, Canadá, España, Francia, Grecia, Italia, Israel, Portugal y Turquía, a
unos 300 dólares por tonelada. Representó un gran salto con respecto a las más
de 40.000 toneladas producidas en 2012 para el mercado interno y externo.
Este combustible
renovable, muy usado en las barbacoas familiares y en la restauración, es
después del tabaco el rubro que más ganancias reporta al Ministerio de la Agricultura.
“El marabú y la (también invasora) aroma son casi los únicos árboles que
se permiten cortar en los montes de aquí”, explicó a IPS el leñador Guillermo
López, de la provincia de Mayabeque, que colinda con La Habana.
Muchas especies locales están protegidas, como el mangle, que ocupa 4,8
por ciento del territorio y sirvió durante siglos para fabricar tizones. Desde
2012, el país vedó la explotación de los manglares con el fin, entre otros, de
fortalecer esta barrera costera ante las marejadas y eventos climáticos
extremos.
Se estima que los impenetrables marabusales, de hasta cinco metros de
altura y ramas espinosas, infecta el millón 46.100 hectáreas de tierras ociosas
cubanas, lo que dificulta recuperarlas para mejorar la deprimida agricultura
local.
El área infectada representa 10 por ciento del territorio cubano y 18
por ciento de las tierras agropecuarias.
Por ello, el boom carbonero de la última década en Cuba, uno de los
principales exportadores del mundo, se debe al aprovechamiento de este arbusto
(Dichrostachys cinerea). Originaria de África es la más extendida de las 323
plantas exóticas invasoras identificadas por los científicos en el país.
Estas especies vegetales, que llegaron a este país caribeño sobre todo
por la actividad humana, desplazan la flora autóctona y traen desequilibrios de
alto costo ambiental y económico.
Durante los últimos 15 años, López ha cortado arbustos invasores en los montes
al concluir su jornada como operario de una papelera estatal. Cuenta que
vende la carreta de leña a 500 pesos cubanos (20 dólares) a dulcerías,
panaderías y granjas avícolas, todas en manos del Estado.
El salario promedio mensual de un trabajador equivale a 19 dólares en el
sector público, el mayor empleador local.
“También produzco carbón de marabú con un amigo. Es una tarea muy dura
porque hay que cortar dos carretas de leña durante una semana, y armar, tapar y
cocinar el horno durante otra semana más. Velamos noche y día la cocción”,
detalló López, descendiente de familia campesina.
Este combustible artesanal se logra mediante un proceso de quema, en
ausencia de aire, de maderas duras y semiduras seleccionadas como el júcaro
(Bucida bruceras), yana (Conocarpus erectus), soplillo (Lysiloma latisiliqua),
cítrico, casuarina, eucalipto y marabú.
Incluso la estatal Empresa Agroindustrial Cítricos Ceballos, en la
ciudad de Ciego de Ávila, a 434 kilómetros al este de La Habana, líder de la
exportación carbonera, aprovecha los árboles de cítricos que tala por
envejecimiento o el azote de plagas.
En Cuba se obtiene biocarbón mayormente en hornos de tierra, que se
estructuran con grandes pilas de madera cubiertas de hierbas, tierra y troncos
secos con aberturas para prenderle fuego.
Si bien este método
resulta barato, rinde solo un kilogramo de carbón vegetal por entre ocho y 12
kilogramos de leña, según el artículo “Nuevas tecnologías de producción de
carbón vegetal” del investigador holandés Hubert E. Stassen.
Además implica riesgos para la salud del productor, no logra una
carbonización uniforme y contamina el ambiente con la emisión de alquitranes y
gases venenosos.
El experto propone facilitar el acceso en los países productores a
recipientes de acero o retortas que se llenan con leña presecada y se colocan
en un horno de carbonización de ladrillo. Esta tecnología aprovecha más los
gases contaminantes y el calor, reduce las emisiones y obtiene un kilogramo de
carbón vegetal por cuatro de leña.
Del último horno, López y su amigo obtuvieron unos 45 sacos de carbón.
“Vendimos cada saco a 50 pesos cubanos (dos dólares). Da buenas ganancias
porque la materia prima está a la mano. Pero nos faltan recursos como limas y
sacos”, especificó el productor.
La mayoría de los carboneros y leñadores en Cuba son independientes,
algunos laboran por temporada y otros integran cooperativas agropecuarias o
empresas agrícolas estatales. Entre las provincias con más auge de la actividad
figuran las centrales Cienfuegos, Sancti Spíritus, Ciego de Ávila y Camagüey, y
la oriental Holguín.
Un productor que mantenga un contrato con empresas estatales puede ganar
más de 2.000 pesos cubanos al mes (80 dólares), además de una remuneración en
pesos cubanos convertibles, equivalente al dólar. Antes del auge de la
exportación a Europa, percibía alrededor de 16 dólares mensuales.
Otros retos inmediatos son modernizar el sector del biocarbón, mejorar
los centros de beneficio (mejora) del producto primario, garantizar más insumos
y medios de protección a los productores, evitar atrasos en los pagos y atraer
la fuerza joven.
“Hoy se paga mejor el carbón, pero quedamos pocos carboneros en
comparación con años atrás cuando éramos mayoría en todos los pueblitos de por
aquí”, dijo a IPS el jubilado Enrique Rodríguez, que vive solo en la periferia
del poblado de Girón, en el Área Protegida Ciénaga de Zapata, a 200 kilómetros
al sureste de La Habana.
Rodríguez, de 64 años, cuenta que todavía hace trabajos informales en el
rubro del carbón o “lo que aparezca” para completar su magra pensión, que frisa
los ocho dólares. “Mi oficio de toda la vida fue el monte”, acotó este cortador
de madera, que sabe hacer hornos de tierra.
“Los jóvenes actuales prefieren trabajar en el turismo o donde no suden
la camisa”, valoró, sentado en el portal de su humilde casa de madera, contigua
al único sitio del pueblo donde está permitido hacer carbón.
“Las regulaciones del área protegida organizan el trabajo, no lo
limitan”, opinó. De hecho, la tala de plantas exóticas invasoras para hacer
biocarbón ayuda a conservar la Ciénaga de Zapata, el mayor humedal del Caribe.
De indeseable, el marabú comienza a ser valorado como especie energética
en Cuba.
Incluso se
incluyeron proyectos para aprovechar esta biomasa en la Cartera
de Oportunidades de Inversión Extranjera, presentada este mes por las
autoridades cubanas a los más de 2.000 empresarios de 60 países que
participaron en la Feria Internacional de La Habana 2014.
La reforma económica que desde 2008 impulsa el gobierno de Raúl Castro
apunta ahora al capital foráneo para su despegue.
Entre las 246 oportunidades, figuran inversiones de 4,1 millones de
dólares para producir anualmente de forma industrial y a partir de marabú 3.000
toneladas métricas de carbón vegetal, 2.600 toneladas métricas de carbón
activado y 1.050 toneladas métricas de briquetas (bloque sólido combustible,
totalmente ecológico).
Se le llama carbón activado a un subproducto absorbente, empleado en la
extracción de metales, purificación de agua potable, tratamiento de aguas
residuales, máscaras antigás y en controladores de emisiones de automóviles,
entre otros muchos usos.
Con vistas al mercado europeo y la venta de energía eléctrica excedente
al Sistema Electroenergético Nacional, los negocios comprenden la edificación
de la industria y plantaciones forestales en Granma, Holguín, Camagüey y Ciego
de Ávila (Fuente: IPS).
No hay comentarios:
Publicar un comentario