Toda la vida en la Tierra depende del sol, dada
la privilegiada posición de nuestro planeta a su alrededor, ocupando la franja
de habitabilidad, la energía y calor de
nuestra estrella madre ha permitido que surja la desbordante variedad de formas
de vida que conocemos y que conocimos. De ese modo, cabe pensar que si
el sol un día desapareciese de pronto (hagamos ese ejercicio imaginativo pese a
que no sea posible tal cosa) toda la vida en la Tierra se extinguiría ¿verdad?
Pues estáis en un error. Si queréis saber qué le pasaría a nuestro planeta en
ausencia repentina del sol, seguid leyendo.
¿Qué sucedería si de pronto el
sol se desvaneciese? ¿Nos enteraríamos
en ese preciso instante? Bien, la respuesta es no, tanto gravitatoria
como lumínicamente. Teniendo en cuenta que según Einstein probara en 1915 la
fuerza de la gravedad no es instantánea, sino que viaja a la velocidad de la
luz, y dado que la luz del sol tarda 8 minutos en abandonar la superficie del
sol e incidir en la Tierra; si el sol desapareciese de pronto la humanidad (y
todo el planeta) viviría ajena al drama
que estaría a punto de suceder durante 8 minutos.
Tras eso, no nos quedaríamos
totalmente a oscuras. El cielo seguiría mostrando la luz de otros
astros, no así la que refleja
la luna o el resto de planetas de nuestro sistema, que en muy poco tiempo se
irían apagando (Júpiter se encuentra a 33 minutos luz de la Tierra en su punto
de máxima aproximación, por ejemplo). Además, durante un tiempo la electricidad en las ciudades seguiría funcionando,
por lo que tendríamos luz artificial brevemente.
Las primeras en notar la
ausencia del sol serían las plantas, ya que sin su presencia se detendría la fotosíntesis,
el proceso mediante el cual generan su comida. Por ello, en sólo cuestión de días morirían las
plantas más pequeñas. Y eso no es lo más preocupante, sino la bajada de
temperatura, que descendería a los 0 grados Celsius con el paso de solo una semana.
Para finales del año 1 tras la
desaparición solar, la temperatura se desplomaría hasta los -101 grados Celsius.
Mientras tanto, el agua de los
océanos comenzaría a congelarse aumentando por tanto de volumen. Con el tiempo,
todo el planeta se transformaría en una bola de hielo, aunque bajo las cortezas
heladas (tal y como sucede hoy en los lagos de montaña) habría lugar para un
océano de agua líquida. Si para ese
instante queda algún humano vivo, su única oportunidad de supervivencia sería
establecerse en el lecho de algún océano próximo a un afloramiento hidrotermal.
Las criaturas que viven en
estos inhóspitos lugares, de los que ya os hablé en este post sobre hipotéticas formas de vida
en Europa (la luna helada de Júpiter),
apenas se enterarían de la
desaparición del sol. La luz del astro rey no alcanza jamás las
profundidades en las que viven. Tampoco detectarían el desmembramiento del
sistema solar, cuyos planetas libres ya de la tiranía gravitatoria del sol
flotarían al pairo por la galaxia sin orden ni concierto.
Cualquier observador externo daría por muerto a ese mundo helado
que viaja a la deriva, ajeno al metódico devenir de unas pocas especies de
crustáceos y gusanos tubulares. ¡Qué irónico verdad! Ellos serían los únicos
embajadores pluricelulares del viejo esplendor biológico de la Tierra.
Piénsatelo la próxima vez que
te comas una humilde gamba (Fuente: Yahoo! News).
No hay comentarios:
Publicar un comentario