En la penumbra de su choza, en
la aldea de Berdaballa, Babita Mavaskar observa cómo una paramédica
revisa a su bebé recién nacido hasta que sale y
declara: “Está todo bien; el peso, la temperatura y la talla, todo es normal”.
Los conocidos que aguardaban
afuera respiran aliviados.
La comunidad tribal del oeste
de India lucha, con ayuda de médicos y paramédicos, contra dos males que han
perturbado su vida desde hace décadas: el hambre crónica y la severa
malnutrición. Es una saga interminable de pobreza crónica y hambre extrema.
Berdaballa es una de las 312
aldeas tribales de la reserva de tigres Melghat, uno de los destinos turísticos
más populares de India, a 610 kilómetros de la ciudad india de Mumbai. Pero
desde fines de los años 90, cientos de niñas y niños mueren al año, la mayoría
por malnutrición aguda.
Un informe del Instituto de
Ciencias Médicas Mahatma Gandhi estima que mueren 460 niñas y niños al año, y
que 75 por ciento de los menores de cinco años sufren malnutrición en esta
región, una proporción muy por encima del promedio nacional de 42,5 por ciento.
“Tienen una mala e inadecuada
calidad alimentaria. Su dieta consiste principalmente en pan y lentejas, que no
ofrecen los nutrientes suficientes”, explicó el médico Ashish Satav, director
de MAHAN Trust, una organización que brinda atención médica gratuita y capacitación
a poblaciones indígenas.
Desde 1997, Satav realiza
estudios en las poblaciones tribales para determinar las causas y la dimensión
de la malnutrición en esta región y encabeza un equipo de médicos y paramédicos
que procura evitar la malnutrición severa en 15 poblados indígenas.
Según el Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), India redujo la pobreza extrema a la
mitad en el marco de los Objetivos de Desarrollo del Milenio(ODM), la que pasó
de 49,4 por ciento, en 1994, a 24,7 por ciento, en 2011.
Pero los avances de este país
en la erradicación del hambre son lentos. Todavía concentra a 25 por ciento de
la población mundial subalimentada, más de un tercio de los menores de bajo
peso y casi un tercio de las personas que sufren inseguridad alimentaria.
El médico Ambadas Adhav, que
trabaja para MAHAN Trust en Melghat, dijo que 90 por ciento de los pobladores
tienen pequeños solares y no pueden vivir de sus huertas, las que dependen de
las lluvias, por lo que de noviembre a junio hay una migración masiva de gente
en busca de trabajo en las ciudades.
“Pero como tienen poca o
ninguna formación, los pobladores de los bosques suelen sufrir explotación
laboral en la ciudad”, acotó Adhav.
En agosto, el esposo de
Babita, Kashiram Mavaskar, pasó a ser jornalero en Akola, una ciudad a 150
kilómetros de la aldea, para poder sustentar a sus padres ancianos y de su
esposa embarazada. Pero con las 50 rupias (unos 70 centavos de dólar) al día
que gana, muy por debajo del salario mínimo de 366 (5,5 dólares), le es difícil
ahorrar y regresar a casa.
“Ahora que llegó el bebé,
quiero que mi esposo esté en casa. Pero dice que no será posible porque todavía
no tiene dinero”, relató Babita, de 28 años.
El círculo vicioso de hambre y
pobreza crónica se agrava con el matrimonio precoz, otra de las razones de la
generalizada malnutrición en Melghat.
“Las niñas suelen casarse
antes de los 15 o 16 años. Cuando tienen hijos, los bebés tienen bajo peso,
causando una grave malnutrición y enfermedades relacionadas, que suelen ser
causa de muerte”, explicó Adhav.
Suman Madhu, de la vecina
aldea de Semadoh, se casó en 2014 a los 16 años; a los 17 tuvo un aborto
espontáneo cuando tenía seis semanas de embarazo. Desde entonces, se encuentra
muy frágil como para levantarse de la cama.
“Sus brazos son como el puño
de un niño. Los médicos dijeron que se casó muy joven, pero en nuestra
comunidad, todas las niñas se casan a esa edad”, explicó su tía Sindhu Bai.
En la vecina Maharashtra, la
prevalencia del bajo peso en menores de cinco años es de 37 por ciento, según
datos oficiales.
“El gobierno tiene como
prioridad los asuntos de malnutrición e implementa varios programas y
mecanismos como intervenciones directas”, indicó Maneka Sanjay Gandhi, ministra
del Desarrollo para la Mujer y la Infancia.
Entre los programas destacan
Servicios Integrados de Desarrollo Infantil (ICDS) y el Esquema para el
Empoderamiento de las Adolescentes Rajiv Gandhi (RGSEAG).
La paramédica Urmila Kasdekar
dijo que la combinación de información adecuada, centros de salud y nutrición
de bajo costo son claves para terminar con la malnutrición en las comunidades
tribales.
Los talleres incluyen
información sobre cómo la mala alimentación y el matrimonio precoz complican el
parto y perjudican la salud del bebé. Además, les enseñan a preparar
complementos alimenticios caseros, les explican la importancia del calcio y del
ácido fólico y les presentan los programas estatales de atención a madres y
niños.
Por último, alienta a las
familias a tener su propia huerta.
Gracias a todo ese trabajo,
las 15 aldeas donde trabaja MAHAN Trust no tienen casos de malnutrición severa,
la que cayó de 75 por ciento a menos de cuatro por ciento, lo que no está mal
según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), recalcó Adhav.
A medida que el país entra en
la era de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, debe haber una mejor relación
entre la erradicación de la pobreza y los logros en materia de salud, coinciden
los especialistas.
“No podemos poner fin a las
muertes por malnutrición sin relacionar todos los factores del desarrollo
social que la causan como la pobreza, la alimentación, la escasez de agua y la
falta de alternativas para ganarse la vida”, subrayó Satav (Fuente: Stella
Paul, IPS).
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