El Congreso de Estados Unidos, paralizado y dividido,
se muestra incapaz de sacar adelante un acuerdo que evite el abismo fiscal, y
el líder demócrata en el Senado, Harry Reid, ha advertido de que el país “está
abocado” a una masiva subida de impuestos y recortes de gastos a partir del 1
de enero.
Quedan cuatro días para impedirlo, pero el pesimismo
se ha instalado en Washington ante la resistencia de los partidos a ceder en
sus posiciones ideológicas sobre las prioridades presupuestarias y la reducción
del déficit.
Certificando ese pesimismo, Reid utilizó ayer la
tribuna del Senado para afirmar que, a menos que los republicanos acepten la
propuesta original de los demócratas, que incluye una subida de impuestos para
los ingresos superiores a los 250 mil dólares anuales, el abismo fiscal será
inevitable.
Las posibilidades de que la oposición acepte esas
condiciones son mínimas, por no decir nulas. La Cámara de Representantes,
dominada por los republicanos, ni siquiera se ha reunido todavía, y su líder,
John Boehner, prosigue sus vacaciones en Ohio, desde donde anoche pensaba
mantener una conversación telefónica con sus compañeros de partido para decidir
el siguiente paso. Previamente, se ha advertido, no obstante, que la Cámara no
actuará hasta que lo haga el Senado.
Barack Obama sí está en Washington, pero su capacidad
de maniobra es mínima. El miércoles, antes de salir de Hawái, habló por
teléfono con los líderes demócratas y republicanos de ambas Cámaras, pero no
hubo avances. En sus manos están, sin embargo, las últimas esperanzas de
encontrar una salida (Tomado del corresponsal en Washington del diario El País,
Antonio Caño). Foto: D.R.
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