LIBERACIÓN Y SALVACIÓN
(Fragmento)
Por: Gustavo
Gutiérrez
Qué relación hay entre la salvación y el
proceso de liberación del hombre a lo largo de la historia? O más exactamente,
¿qué significa a la luz de la palabra, la lucha contra una sociedad injusta, la
creación de de un hombre nuevo?
Responder a estos interrogantes implicaría tratar de precisar lo que se entiende por la salvación,
noción central del misterio cristiano. Tarea compleja y difícil que debe llevar
a algunas consideraciones sobre el significado de la acción salvífica del Señor
en la historia. Salvación de todo el hombre y centrada en Cristo liberador.
Una de las grandes carencias de la
teología actual es la ausencia de una reflexión profunda y lúcida sobre el tema
de la salvación. Ante una mirada superficial esto puede parecer sorprendente,
pero es lo que ocurre con todos los asuntos difíciles: se teme abordarlos. Se
los da por conocidos y se construye sobre gastados cimientos, establecidos en
otras épocas, sobre supuestos, sobre aproximaciones. Llega un momento, sin
embargo, en que el edificio se tambalea. Esa hora llegó para la noción de
salvación. Comienzan a aparecer, en los últimos tiempos, algunos estudios con
pretensiones de revisión y profundización. Es sólo un primer paso.
No nos corresponde entrar aquí en el
detalle de esa revista crítica. Nos limitaremos a subrayar que en el
planteamiento de la cuestión, pueden distinguirse dos enfoques que se han
sucedido, además, como dos etapas, estrechamente ligadas entre ellas.
1.De lo cuantitativo…
La problemática de la noción de
salvación ha estado, durante mucho tiempo, tomada – y bloqueada – por la
cuestión clásicamente llamada de “la salvación de los infieles”. Aspecto
cuantitativo, extensivo de la salvación. Problema de número de salvados, de
posibilidades de salvarse, pero también del papel que corresponde a la iglesia
en este proceso. Los términos del asunto eran, de un lado, la universalidad de
la salvación y, del otro, la iglesia visible como mediadora de ella.
La evolución de la cuestión ha sido
compleja y fatigosa. Hoy, esa evolución puede considerarse, en cierto modo,
terminada. La idea de la universalidad de la voluntad salvífica de Dios,
claramente enunciada por Pablo en su carta a Timoteo, se ha abierto paso, ha
vencido las dificultades que le presentaban determinadas maneras de entender la
misión de la iglesia y ha logrado imponerse en forma definitiva. No queda sino
sacar las consecuencias. No son pocas.
2….a lo cualitativo.
Pero a medida que la universalidad de la
salvación, y la posibilidad de alcanzarla, fue ganando terreno en la conciencia
cristiana; a medida que el aspecto cuantitativo se resolvía de este modo y
perdía interés, la cuestión de la salvación dio un salto cualitativo y recibió
otro enfoque.
En efecto, afirmar la universalidad de
la salvación es más que sostener la posibilidad de alcanzarla más allá de las
fronteras visibles de la iglesia. Buscando cómo extender la posibilidad de salvación
se llegó al núcleo mismo de la cuestión: se salva el hombre que se abre a Dios
y a los demás, incluso sin tener clara conciencia de ello. Algo válido, además,
para cristianos y no cristianos. Válido para todo hombre. Hablar de la
presencia de la gracia – aceptada o rechazada – en todos los hombres implica,
por otra parte, valorar cristianamente las raíces mismas de la acción humana.
Impide hablar con propiedad de un mundo profano. Un aspecto cualitativo e
intensivo aparece en lugar del cuantitativo y extensivo. La existencia humana
no es, en última instancia, sino un sí o un no al Señor.
Tomado de Teología
de la liberación, perspectivas de Gustavo Gutiérrez, octava edición,
Ediciones Sígueme, Salamanca, 1977.
Gustavo
Gutiérrez ganador del Premio Nacional de Cultura 2012 en la categoría
trayectoria, nació en Lima, el 8 de
junio de 1928. Sacerdote desde 1959, estudió en las universidades de Lovaina y
Lyon.
Rincón
literario de URPI para los que inspiran sus acciones en la lectura.
Boletín virtual doble viernes 14 – sábado 15 de diciembre del 2012.
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