José Mujica, el ex guerrillero que vivió en carne propia un largo
cautiverio en condiciones infrahumanas, volvió a poner a Uruguay en el foco
mundial al recibir a seis presos de Guantánamo en calidad de refugiados.
Guantánamo "no
es una cárcel, es un nido de secuestro porque una cárcel supone una sujeción a
algún sistema de derecho", alertó Mujica el viernes al afirmar que a su
país los ahora expresos -cuatro sirios, un tunecino y un palestino- llegan en
calidad de "refugiados".
Fiel a su estilo
directo, franco y alejado del protocolo -con el que se ganó el reconocimiento
mundial- el ex guerrillero dijo al canal estatal (TNU) que "una vez que
hay un presidente (Barack Obama) que quiere desfacer un entuerto miserable que
le dejaron, darle la espalda (...) sería una cobardía, cuando uno piensa como
piensa".
En julio, Mujica
había justificado su decisión de aceptar la petición de Obama en una entrevista
a la AFP aludiendo a su filosofía de vida y a su pasado en prisión:
"Porque me pasé toda la vida dándole en contra [a la cárcel] y cuando
aparece un presidente que quiere hacer algo positivo ¿qué voy a hacer?",
se preguntó.
Como uno de los
líderes del Movimiento de Liberación Nacional (MLN), Mujica batalló en las
década del 60 y 70 contra el gobierno de la época, resistió un ataque en el que
recibió varios balazos y cayó en prisión donde estuvo recluido más de 13 años,
la mayoría de ellos en condiciones durísimas.
"Almas
podridas"
Mujica -que anunció
en marzo que aceptó recibir a los presos a petición de Obama- defendió a capa y
espada su decisión, pese a tener a más de la mitad de la opinión pública en su
contra y ser duramente cuestionado por los partidos de la oposición.
"¿No te das
cuenta que esta es una cuestión de principios? No se puede ser tan alma podrida
que uno no tenga el coraje de dar una mano para defender una causa justa. Tal
vez porque nunca estuvieron en cana (en prisión), nunca la pasaron mal",
señaló el presidente en octubre.
El 'Pepe', quien
durante su mandato sorprendió una y otra vez por hacer declaraciones fuera de
tono, respondió así a los cuestionamientos de la centroderecha e indirectamente
a los uruguayos reacios a la llegada de los presos.
Y es que 58% de los
uruguayos se mostró contrario a la llegada de los reclusos y apenas un 24%
mostró su apoyó la decisión de Mujica, según una encuesta difundida en octubre
por la consultora Cifra.
Con la llegada de los
presos, el mandatario -que centró la atención global con su discurso
anticonsumista y más recientemente al impulsar en su país la regulación del
mercado de cannabis- cierra así una etapa más de su relación de amor-odio con
Estados Unidos.
"He criticado
toda mi vida, y voy a seguir criticando, a Estado Unidos, sus actos de
intervención, sus abusos", recordó Mujica el viernes antes de asegurar que
daría luz verde a la llegada de los reclusos.
En el libro,
"José Mujica: la revolución tranquila", del periodista Mauricio
Rabuffetti, se destaca que la llegada de los presos es "una de las
colaboraciones más importantes y significativas desde el punto de vista
político que un gobierno democrático uruguayo haya establecido con una administración
(estadounidense), en un tema muy sensible para la Casa Blanca".
"Y lo lograba
sin afectar sus relaciones con los gobiernos latinoamericanos críticos de
Washington", agrega la publicación.
Esa doble sintonía,
por un lado con Estados Unidos -que agradeció públicamente la colaboración de
Uruguay- y, por otro, con la región, que lo venera como un defensor incansable
de la integración regional, sigue en pie y seguramente se mantenga más allá del
1 de marzo cuando entregue el poder.
Así lo sugiere el
reconocimiento que le brindó Ecuador el jueves en Guayaquil, en el marco de la
Cumbre de la Unión de Naciones Suramericanas, en la que Mujica fue reconocido
por su lucha por la justicia social con la que se ha "convertido en un
referente político de talla mundial", según un decreto presidencial
(Fuente: AFP).
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