viernes, 10 de agosto de 2012

MIRADA GLOBAL


CRISIS DE LA EUROZONA:
CONSECUENCIAS Y LECCIONES PARA AMÉRICA LATINA

Por: Javier Farje Moscoso
Corresponsal del Kiosko de URPI en Londres



Durante la asamblea general de la ONU en setiembre del 2011, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff , hizo algo que hasta hace unos años habría sido impensable de una lideresa política del anacrónicamente llamado Tercer Mundo: regañó a los países industrializados por no manejar bien su economía.

Brasil, que ha superado al Reino Unido en el envidiable ranking de potencias económicas, tiene serias razones para preocuparse. La crisis de la Eurozona amenaza con poner en peligro el crecimiento económico de la región. El Fondo Monetario Internacional (FMI) dice que la economía latinoamericana crecerá en 3.6 por ciento este año, casi un punto porcentual menos de lo pronosticado hace un año, debido precisamente a la crisis del  Euro. Esto debido a un bajón en el nivel de exportaciones latinoamericanas a Europa, debido a que se ha encogido el mercado de consumo en el viejo continente.

El Banco Interamericano de Desarrollo advirtió a comienzos de  julio que la crisis del Euro constituye “el mayor riesgo externo” para las economías latinoamericanas. A pesar de ello, la región está bien equipada para soportar los embates de la crisis del Euro. China, uno de los principales mercados para la exportación de materiales primas provenientes de América Latina, no ha sido afectada por la crisis europea, entre otras razones porque Europa no es su principal mercado de exportaciones.

A pesar de ello, sería demasiado riesgoso que América Latina se eche a descansar sobre sus laureles, entre otras razones porque la crisis del Euro puede dar origen a la “década perdida” en Europa, un período desprovisto de crecimiento económico, con serios recortes estatales, reducción de salarios y pensiones y falta de confianza del consumidor,  lo que podría repercutir a más largo plazo en las exportaciones latinoamericanas hacia Europa.

Lecciones

Hay quienes consideran que Europa puede aprender de América Latina, que, como sabemos, tuvo su propia década perdida en los 80, para buscar una solución a su crisis. Medidas como las severas  políticas de disciplina fiscal, la reducción del aparato del estado, los  recortes en los servicios públicos para pagar la deuda externa y el control de la inflación son vistas como posibles soluciones para la crisis europea. Lo que no parecen tener en cuenta quienes proponen estas soluciones es que el precio social fue tan alto en América Latina que los niveles de pobreza aumentaron en 10 por ciento en relación a la década anterior, los niveles de crecimiento económico fueron pobres – un promedio de 2 por ciento anual – y los derechos del trabajador  fueron conculcados a nombre de ese cruel eufemismo llamado ‘flexibilidad  laboral’.

Hay, en todo caso, diferencias claras. La crisis en la Eurozona es más grave porque el porcentaje de deuda pública en relación al producto bruto interno promedio en Europa es mayor que en América Latina en los 80’. Al mismo tiempo, la región sufrió los efectos de los altos precios del petróleo y los gobiernos de la región, o eran dictaduras ineficientes o democracias en pañales, que no tenían una política coherente y que aceptaban los dictados del FMI y el Banco Mundial a pies juntillas. Y estas medidas, algunas de las cuales el Fondo quiere poner en práctica en Europa, fueron contraproducentes.

La liberalización excesiva de las inversiones extranjeras en la región trajo como consecuencia niveles de libertinaje tales, que gran parte de las ganancias salieron de los países de origen. La privatización de empresas del estado provocó, además, un encarecimiento de servicios básicos,  y la flexibilización del mercado laboral produjo una legión de trabajadores mal pagados o desempleados. La mitad del continente terminó viviendo bajo la línea de pobreza. El cacareado crecimiento económico no se produjo sino hasta cuando muchos gobiernos de la región, hartos del FMI y sus recetas mal condimentadas, empezaron a reducir sus pagos de la deuda externa y establecieron medidas de control al flujo de capital extranjero. 

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