Para un grupo de analistas
socio religiosos la dimisión del papa Benedicto XVI al pontificado, efectiva
desde el 28 de febrero próximo, se debe a que se encuentra vencido por la edad
y las intrigas que se tejen en El Vaticano por proteger a clérigos pederastas y
banqueros corruptos frente a la lucha del prelado Ratzinger por limpiar a
la Iglesia de estas lacras.
Según refiere Pablo Ordaz,
periodista destacado en Roma, en el verano del 2012, con la detención de Paolo
Gabriele, su mayordomo, acusado de ser el autor material de la sustracción de
la correspondencia papal, Benedicto XVI sufrió otro duro revés, que se unía, en
el intervalo de unas horas al despido fulminante de Ettore Gotti Tedeschi, el
presidente del Instituto para las Obras de Religión (IOR).
Si Gabriele – el hasta
entonces fiel Paoletto – era quien desde
hacía seis años lo ayudaba a vestirse y a desvestirse, le servía el desayuno y
lo acompañaba en sus desplazamientos, el banquero Tedeschi – fulminado sin
derecho a réplica ni honor por altos miembros de la curia – era la persona
elegida personalmente por Ratzinger para intentar limpiar la banca del Vaticano.
Aquel verano, Ratzinger se
fue a Castel Candolfo más solo de lo que jamás estuvo ningún Papa. El
representante de Dios en la tierra era en realidad un hombre anciano y enfermo,
“un pastor rodeado por lobos”, en expresión de L Observatore Romano.
El periodista Juan G. Bedoya
(Madrid) afirma que el todavía papa Ratzinger lleva años enfermo y débil, pero
no dimite por ninguna de esas dos razones. Lo hace porque las circunstancias le
hacen sentirse incapaz de cumplir con su oficio. Se va derrotado por el cargo, “apacible
pastor rodeado por lobos” y al frente de una organización “devastada por
jabalíes” (en sus propias palabras), su gestión es un rosario de decepciones.
Para empezar por el asunto
más grave, el de la pederastia. Benedicto llegó con la orden de apartar de sus
cargos a los encubridores, pero han pasado los años sin haberlo logrado.
El analista internacional, Ramiro Escobar,
señala en el diario “La República” de Lima, que, “a pesar de las palabras
oficiales de los voceros vaticanos, no es difícil imaginar que Joseph Ratzinger
pasaría por un trance similar al del cardenal Melville, el personaje de la
sugerente película de Nani Moretti denominada “Un Papa en apuros”. En el film,
Melville huye al ser elegido para el encargo; en la realidad, este Papa se va
tras 8 años tempestuosos” (Foto: D.R.)
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