Por: Blas Pascal
Censuro igualmente a los que
forman el partido de elogiar al hombre que a los que toman el partido de
censurarle, que a los que toman el de divertirle; y no puedo aprobar sino
aquellos que buscan entre gemidos. Los estoicos dicen: entrad en vosotros
mismos; en ello encontraréis el reposo; pero esto es verdad. Otros dicen:
echaos fuera y buscad la felicidad divirtiéndoos; y esto no es verdad. Las
enfermedades sobrevienen; la felicidad no está ni en nosotros ni fuera de
nosotros; está en Dios y fuera y dentro de nosotros.
La naturaleza del hombre se
considera de dos maneras: Una, según su fin, y entonces es grande e
incomprensible; otra, según la multiplicidad, como se juzgue la naturaleza del
caballo y es un objetivo abyecto y vil. He aquí las dos vías que hacen juzgar
diversamente, y que tanto mueven a los filósofos a disputa; porque niegue el
uno lo que supone el otro. El uno dice: no es cierto que haya nacido para aquel
fin; porque todas sus acciones repugnan a él. El otro dice: el hombre se aleja
de su fin cuando comete tales acciones bajas.
Tan alta idea tenemos del alma
del hombre que no podemos sufrir un menosprecio de ella, y el que nos falte la
estima de un alma. Toda la felicidad de los hombres consiste en esta estima.
La mayor bajeza del hombre es la
rebusca de la gloria, pero esto mismo es el mayor signo de su excelencia;
porque, sea cualquiera la riqueza que posea el hombre en la tierra, sea cual fuere
la salud y comodidad esencial que haya, no está satisfecho si no se encuentra
en la estima de los hombres.
(*) Blas
Pascal, nacido en Clermont Ferrand el 19 de junio de 1623, era hijo de un
funcionario judicial Esteban Pascal, que fue más tarde intendente general de
Ruen.
Rincón literario de URPI para los que inspiran sus
acciones en la lectura.
Boletín virtual de los sábados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario