Cuando Estado Islámico (EI)
capturó las armas estadounidenses que soldados iraquíes abandonaron en su huida
ante la avanzada de ese grupo extremista, uno de sus líderes habría dicho con
sarcasmo: “Esperamos que Estados Unidos cumpla con lo acordado y le haga el
mantenimiento a nuestros helicópteros”.
En la actual campaña bélica
contra objetivos del EI, algunos de los ataques aéreos de Estados Unidos
apuntan, paradójicamente, a helicópteros Humvees, vehículos blindados y piezas
de artillería de fabricación estadounidense que estaban en poder de las Fuerzas
Armadas iraquíes y ahora cayeron en manos del grupo yihadista.
“Hasta que
Estados Unidos entienda que la respuesta a los problemas del mundo no es la
guerra y que las armas… conducirán a guerras continuas y a la muerte de
millones de inocentes, no veremos el fin de la creciente inestabilidad
mundial”: Michael Ratner.
No es de sorprender que esas
armas tengan la garantía de mantenimiento y reparación de Estados Unidos.
El operativo militar degeneró
en una farsa política agravada por el lanzamiento desde el aire de armas y
provisiones a las fuerzas kurdas que luchan contra el EI en la ciudad siria de
Kobani, fronteriza con Turquía.
El diario The Wall Street
Journal informó el miércoles 22 que las armas y municiones lanzadas en
paracaídas a más de 3.000 metros de altura no siempre cayeron en manos de los
kurdos.
Al menos uno de esos
paracaídas, cargados de armas, se desvió a una zona bajo control del EI.
Informes recientes sugieren
que el EI capturó algunas de las armas que Estados Unidos lanzó a los kurdos,
según Natalie J. Goldring, investigadora de la Escuela Edmund A. Walsh de
Servicio Exterior, de la estadounidense Universidad de Georgetown.
“Esto dejó a los militares
estadounidenses con la incómoda opción de permitir que las fuerzas del EI se
quedaran con las armas o de intentar destruir las mismas armas que había
arrojado. Al parecer, optaron por destruirlas”, indicó a IPS.
La explicación que dieron los
militares estadounidenses acerca de la operación no es tranquilizadora, aseguró.
“Estamos muy seguros de que la
gran mayoría de los fardos” de armas arrojados a los kurdos “terminaron en las
manos adecuadas. De hecho, solo sabemos de uno que no lo hizo… si podemos
confirmarlo… les haremos saber”, declaró el contralmirante John Kirby, portavoz
del secretario de Defensa de Estados Unidos, Chuck Hagel, a la prensa el martes
21.
“Seguramente”, las Fuerzas
Armadas de Estados Unidos “pueden y deben regirse por un estándar muy
superior”, comentó Goldring.
“¿Dónde comienza… la historia
de las armas estadounidenses que terminan en manos de los enemigos de Estados
Unidos?”, se preguntó Michael Ratner, presidente emérito del Centro para
los Derechos Constitucionales.
“Dejen de dar o vender armas
al mundo, pero en particular a los militares o grupos que a la larga se vuelven
contra Estados Unidos o son demasiado débiles para retener ese armamento”,
exhortó.
Recordó que la presidencia de
Jimmy Carter (1977-1981) armó a los rebeldes muyaidines de Afganistán, como
medio para expulsar a las fuerzas de la Unión Soviética del territorio afgano.
“La ideología derrota al
sentido común y con terribles resultados, incluidos en última instancia” los
atentados del “9 de septiembre de 2001 y las continuas guerras que enfrentamos
hoy en día”, agregó Ratner.
“Sin duda, la industria
armamentista desempeña una función al querer vender más y más armas, pero
también lo hace la ideología y un país, Estados Unidos, que sigue siendo, como
dijo Martin Luther King, el mayor proveedor de violencia en el mundo”, afirmó.
El semanario Defense News, con
sede en Washington, informó que la venta de armas estadounidenses a Iraq en
2013 incluyó 681 misiles antiaéreos Stinger, 40 lanzamisiles en camiones, radares
Sentinel, tres baterías antiaéreas con 216 misiles Hawk, 50 carros de
infantería Stryker, 12 helicópteros y el mantenimiento y apoyo logístico para
miles de vehículos militares por valor de cientos de millones de dólares.
Además, Estados Unidos acordó
la venta de misiles Hellfire, carros de combate M1A1 Abrams, ametralladoras,
fusiles de francotiradores, granadas y municiones por miles de millones de
dólares.
Cuántas de esas armas irán a
parar a las fuerzas del extremista EI es algo que nadie sabe.
Goldring dijo a IPS que el
gobierno de Estados Unidos, una vez más, no aprendió la lección sobre las
consecuencias indeseadas de sus acciones en Medio Oriente.
Tras el importante error de la
invasión de Iraq en 2003, el gobierno de Estados Unidos agravó las cosas al
suponer que las Fuerzas Armadas iraquíes serían capaces de defender a su país,
señaló. A medida que esas fuerzas se derrumban, el armamento estadounidense cae
en poder de los extremistas del EI, añadió.
Con demasiada frecuencia,
Washington vende u otorga sus armas con el fin de obtener beneficios políticos
o militares a corto plazo, afirmó Goldring.
Es necesaria “una reevaluación
política que le dé mucho más peso a los riesgos a largo plazo que acompañan las
transferencias de armas en todo el mundo”, recomendó.
“Además, como claramente es el
mayor exportador de armas del mundo, Estados Unidos tiene la responsabilidad
especial de abstenerse de transferir armas cuando es probable que se utilicen
para violar los derechos humanos y el derecho humanitario internacional”,
destacó.
El exceso en la venta de armas
aumenta el riesgo de consecuencias indeseadas, ya que las mismas podrían usarse
contra los propios militares estadounidenses, advirtió.
Ratner recordó que Estados
Unidos apoyó y armó en Libia a algunas de las mismas fuerzas que después
atacaron la embajada estadounidense en Bengasi. La invasión de Iraq también fue
un crimen de guerra, provocando la muerte de un número incalculable de personas
en ese país y desatando la violencia en toda la región, sostuvo.
“Para las empresas
estadounidenses, la venta de armas a Iraq fue tan fácil como venderles dulces a
los niños, y se vendieron miles de millones de dólares en armas a un país que,
a causa de las acciones estadounidenses, se volvió inestable”, dijo.
Estados Unidos se permitió
creer que estaba entrenando a un ejército cuando, de hecho, formaba a una
cleptocracia, según Ratner. “Ningún país con un poco de sentido común hubiera
cargado al ejército de Iraq con ese armamento. Y pasó lo que era de esperar”,
manifestó.
En la actualidad, las armas
dadas a los kurdos “¿se utilizarán contra Turquía? ¿Cuál será el resultado de
esa guerra?”, se preguntó.
“Hasta que Estados Unidos
entienda que la respuesta a los problemas del mundo no es la guerra y que las
armas… conducirán a guerras continuas y a la muerte de millones de inocentes,
no veremos el fin de la creciente inestabilidad mundial”, sentenció.
Como dijo el profeta Oseas,
“los que siembran viento, cosecharán tempestades” (Fuente: IPS).
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