La
noticia de septiembre en Corea del Norte es que el presidente, Kim Jong-un, lleva
un mes sin aparecer. Los rumores, como siempre, son variados. Hay
dos que predominan: tiene gota por comer demasiado queso o tiene los tobillos
rotos por llevar tacones cubanos y ser obeso.
Los rumores van por los pies
porque en julio apareció en público con cojera:
El
régimen también ha insinuado que algo pasa. A finales
de septiembre, Kim no apareció en una importante sesión en el Parlamento. En un
documental de una hora, el locutor decía esta frase:
La riqueza y la prosperidad de
nuestro socialismo es gracias a los esfuerzos dolorosos de nuestro mariscal,
que sigue iluminando el camino para el pueblo, como el destello de una llama, a
pesar de sufrir una indisposición.
Este inaudito reconocimiento
hizo saltar la atención. Pero al menos dos altos cargos han negado que a Kim le
pase algo. Primero, el 2 de octubre, So Se Pyong, embajador de Corea del Norte
en Naciones Unidas en Ginebra, dijo en una rara entrevista con Reuters que las
noticias sobre la enfermedad de Kim eran
“rumores fabricados”.
Segundo, el 4 de octubre, en
una visita rápida de una alta delegación norcoreana a la ceremonia de clausura
de los Juegos Asiáticos en Corea del Sur, hubo una reunión con dirigentes del
Sur. El ministro surcoreano encargado de la Reunificación, Ryoo Kihl-jae, dijo
a una tele nacional:
Le dije al secretario Kim Yang
Gon mientras estábamos en un coche que [Kim Jong-un] estaba “indispuesto” y le
pregunté por su salud, y el secretario Kim me dijo que no había ningún
problema.
La pregunta es evidente: si
son “rumores” y “no hay ningún problema”, ¿por qué un vídeo norcoreano decía
que Kim estaba “indispuesto”?
Puede
ser, claro, que ocurra algo pero no sea nada grave. Desde que
es presidente en diciembre de 2011, Kim ha desaparecido otras tres veces en el
1012 y el 2013, pero en ninguna más de tres semanas. El día 10
se celebra en Pyongyang la fundación del Partido de los Trabajadores. Si no
está Kim, será interesante ver quién ocupa su lugar.
En esa visita a Corea del Sur
de una alta delegación iba Hwang Pyong So, vicepresidente de la Comisión
Nacional de Defensa y el principal cargo político en el ejército popular. Es
una especie de número 2 de Kim. Aunque, como dice aquí Jonathan Pollack, de la Brookings
Institution, en Corea del Norte “no hay un número 2, es un sistema real,
dinástico”.
Hwang iba acompañado de otros
altos cargos del gobierno y el Partido. Volaron en un avión de Kim Jong-un y
con unos guardaespaldas que parecen los del líder. Según los expertos, el objetivo del viaje
-renovar las estancadas conversaciones con el Sur-, el altísimo nivel de la
visita y estos detalles indican que viajaban con la aprobación de Kim que
seguiría por tanto al mando, solo que “indispuesto”.
Pero hay otra teoría: Kim
Jong-un es solo una marioneta. La teoría es de un ex funcionario del Ministerio
de Seguridad y poeta, Jang Jin-sung. Hablé de él aquí por su libro Querido
Líder, donde daba detalles desconocidos de Kim. Ahora Jang es un observador
del Norte desde Seúl. Dice que sigue teniendo fuentes dentro del régimen.
La teoría de Jang sobre un
golpe de Estado no es de este mes, sino de diciembre, cuando ejecutaron al tío
de Kim, Jang Song Thaek. No es la única renovación en el mandato de Kim
Jong-un: más de cien de entre los 218 principales líderes militares y políticos
del país han sido reemplazados y el jefe del ejército ha cambiado tres veces en
15 meses. Según el Financial Times no se había visto algo así desde los años 50. Y
ahora Kim desaparece.
Nada de esto es comprobable ni
es realmente significativo si no hay consecuencias: mande Kim Jong-un o mande
en la oscuridad un grupo de altos cargos, poco cambia. Pero sin una figura de referencia hay más opciones de rebeldías y
sorpresas.
En julio, según la inteligencia surcoreana, “altos
cargos del ejército y del Partido de los Trabajadores se oponen cada vez más a
las políticas o ignoran las órdenes de Kim Jong-un”. La réplica al líder es
algo difícil de imaginar con sus antecesores.
Ponen un ejemplo. En una
reunión, Kim quería construir centrales hidroeléctricas, pero altos cargos le
dijeron que la única solución real era plantas nucleares. “Kim se enfadó, les
despidió allí mismo y les rebajó sus rangos”, según la fuente.
Esta sensación de caos puede
quedarse dentro del régimen. Pero las disputas por el poder y la dirección del
país pueden llevar a otras consecuencias. Sería más una guerra civil entre
mandatarios que una revuelta popular, de la que no hay indicios.
Corea
del Norte ya no es el país hermético de los años 90. Los
mercados han dado opciones, poder y dinero a más sectores. Las divisiones serán
más crudas. La renovada apertura de este fin de semana a Corea del Sur puede
ser para evitar la dependencia exclusiva de China.
También desde hace semanas Corea del Norte espera negociar con Estados
Unidos por tres americanos encarcelados. De momento Estados Unidos
espera. Quizá esperen porque creen que puede ocurrir algo en Corea del Norte.
Nadie
sabe nada con certeza de un país como Corea del Norte. Ni siquiera dirigentes.
Pero hay demasiadas coincidencias como para no sospechar algo (Fuente: World
Wide Blog, Jordi Pérez Colomé. Foto: EFE).
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