Al final el sueño de Marina
Silva se ha terminado diluyendo lenta e inexorablemente. La candidata humilde que soñó con derrocar a los
dos gigantes de la política brasileña y acabar con el bipartidismo, esto es el
Partido de los Trabajadores (PT) de la presidenta Dilma Rouseff, y el Partido
de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) del veterano Aécio Neves, gobernador
del estado de Minas Gerais durante 8 años, no ha logrado pasar a la segunda vuelta de las elecciones
legislativas brasileñas.
A pesar de que las encuestas la han acompañado durante gran parte de la
campaña, los votantes han terminado dándole la espalda, en un resultado que ha
sorprendido a mucha gente, incluido los expertos que esperaban que la candidata
del Partido Socialista Brasileño pusiera
fin de una vez a la alternancia de estos dos partidos durante las dos
últimas décadas.
No es sencillo explicar las causas que han terminado provocando la caída
de Silva, sin embargo hay una serie de
factores que aunque en un principio jugaron a su favor, han terminado
perjudicándola.
Y es que la candidata socialista llegó como cabeza de lista a los
comicios por casualidad. El
fallecimiento de Eduardo Campos que iba a ser el rival de Rouseff y de
Neves la aupó a la primera línea casi sin darse cuenta, de forma inesperada, lo
que hizo que rápidamente subiera puntos
en las encuestas (en algunos momentos hasta 13 más que el candidato
fallecido). Era un crecimiento irreal, basado
en la conmoción del país por la muerte de Campos, pero sirvió para que
los focos se centraran en ella y en su discurso.
Sobradamente preparada a pesar de que no aprendió a leer hasta los 16 años, representa la esencia del
pueblo brasileño. Nacida en uno de los
estados más pobres del país, con orígenes humildes y con todo en contra,
solo se puede entender su lucha por salir adelante como una historia de
superación que rápidamente
conectó con el pueblo brasileño, lleno de esperanzas de futuro pero con
una realidad en la que las desigualdades y la pobreza aún son parte intrínseca
del país.
Por eso el discurso de cambio de Marina atrajo a la población joven ya que apostaba por abrir Brasil al
exterior así como la unión civil de personas del mismo sexo. Especialmente polémica fue la propuesta de reducir ciertos
subsidios estatales a la actividad económica.
Y el globo de Silva se hinchó y se hinchó, puede que
demasiado incluso, lo que a la postre la iba a terminar perjudicando. Sus
rivales empezaron a atacar las
contradicciones de su programa y su falta de experiencia.
Mientras que Rouseff presumía de sus años al frente del país en los que
se ha reducido la pobreza y Neves sacaba músculo con su gestión en Minas
Gerais, Silva era puesta en duda, con
su labor como ministra de Medio Ambiente en el primer gobierno de Lula como
hecho más destacado de la política a primer nivel.
El ex presidente Lula tras votar en un colegio
electoral. Los debates supusieron el fin del sueño. Una
tímida Marina Silva fue superada ampliamente por Dilma, que endureció el mensaje de la campaña y terminó
pasando por encima de la candidata. Las acusaciones por cambiar de
partidos (Silva empezó en el partido de Rouseff, después en el Partido Verde,
luego fundó otro y finalmente pasó a filas socialistas) o por retractarse de
alguna de sus propuestas supusieron una
durísima carga de la que no pudo recuperarse.
Las encuestas tras estos debates dejaron bien a las claras que el pueblo
brasileño ya no confiaba en la candidata. Rouseff se destacaba y Neves recortaba distancias por detrás.
Las elecciones solo fueron el refrendo de lo que todo el mundo pensaba,
que el efecto Silva se había terminado diluyendo, casi tan rápido como había
llegado. Como don Quijote que luchaba contra los molinos, para la aspirante la campaña había sido demasiado larga y dura,
ante unos adversarios que no estaban dispuestos a dejar que un
invitado nuevo entrase a escena. Ahora la segunda vuelta deja las dos opciones
de siempre en la que la presidenta parte con muchas opciones de revalidar
mandato.
A Silva le queda el consuelo de que durante semanas fue capaz de pelear por un sueño casi imposible y
que estuvo a punto de lograrlo. Una demostración más de que con esfuerzo y con
ilusión cualquier cosa puede llegar a ocurrir (Fuente: AFP).
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