lunes, 6 de octubre de 2014

SUEÑO DE MARINA SILVA DE DERROCAR A LOS GIGANTES DE LA POLÍTICA BRASILEÑA TERMINÓ ESFUMÁNDOSE


Al final el sueño de Marina Silva se ha terminado diluyendo lenta e inexorablemente. La candidata humilde que soñó con derrocar a los dos gigantes de la política brasileña y acabar con el bipartidismo, esto es el Partido de los Trabajadores (PT) de la presidenta Dilma Rouseff, y el Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) del veterano Aécio Neves, gobernador del estado de Minas Gerais durante 8 años, no ha logrado pasar a la segunda vuelta de las elecciones legislativas brasileñas.

A pesar de que las encuestas la han acompañado durante gran parte de la campaña, los votantes han terminado dándole la espalda, en un resultado que ha sorprendido a mucha gente, incluido los expertos que esperaban que la candidata del Partido Socialista Brasileño pusiera fin de una vez a la alternancia de estos dos partidos durante las dos últimas décadas.

No es sencillo explicar las causas que han terminado provocando la caída de Silva, sin embargo hay una serie de factores que aunque en un principio jugaron a su favor, han terminado perjudicándola.

Y es que la candidata socialista llegó como cabeza de lista a los comicios por casualidad. El fallecimiento de Eduardo Campos que iba a ser el rival de Rouseff y de Neves la aupó a la primera línea casi sin darse cuenta, de forma inesperada, lo que hizo que rápidamente subiera puntos en las encuestas (en algunos momentos hasta 13 más que el candidato fallecido). Era un crecimiento irreal, basado en la conmoción del país por la muerte de Campos, pero sirvió para que los focos se centraran en ella y en su discurso.

Sobradamente preparada a pesar de que no aprendió a leer hasta los 16 años, representa la esencia del pueblo brasileño. Nacida en uno de los estados más pobres del país, con orígenes humildes y con todo en contra, solo se puede entender su lucha por salir adelante como una historia de superación que rápidamente conectó con el pueblo brasileño, lleno de esperanzas de futuro pero con una realidad en la que las desigualdades y la pobreza aún son parte intrínseca del país.

Por eso el discurso de cambio de Marina atrajo a la población joven ya que apostaba por abrir Brasil al exterior así como la unión civil de personas del mismo sexo. Especialmente polémica fue la propuesta de reducir ciertos subsidios estatales a la actividad económica.

Y el globo de Silva se hinchó y se hinchó, puede que demasiado incluso, lo que a la postre la iba a terminar perjudicando. Sus rivales empezaron a atacar las contradicciones de su programa y su falta de experiencia.

Mientras que Rouseff presumía de sus años al frente del país en los que se ha reducido la pobreza y Neves sacaba músculo con su gestión en Minas Gerais, Silva era puesta en duda, con su labor como ministra de Medio Ambiente en el primer gobierno de Lula como hecho más destacado de la política a primer nivel.

El ex presidente Lula tras votar en un colegio electoral. Los debates supusieron el fin del sueño. Una tímida Marina Silva fue superada ampliamente por Dilma, que endureció el mensaje de la campaña y terminó pasando por encima de la candidata. Las acusaciones por cambiar de partidos (Silva empezó en el partido de Rouseff, después en el Partido Verde, luego fundó otro y finalmente pasó a filas socialistas) o por retractarse de alguna de sus propuestas supusieron una durísima carga de la que no pudo recuperarse.

Las encuestas tras estos debates dejaron bien a las claras que el pueblo brasileño ya no confiaba en la candidata. Rouseff se destacaba y Neves recortaba distancias por detrás.

Las elecciones solo fueron el refrendo de lo que todo el mundo pensaba, que el efecto Silva se había terminado diluyendo, casi tan rápido como había llegado. Como don Quijote que luchaba contra los molinos, para la aspirante la campaña había sido demasiado larga y dura, ante unos adversarios que no estaban dispuestos a dejar que un invitado nuevo entrase a escena. Ahora la segunda vuelta deja las dos opciones de siempre en la que la presidenta parte con muchas opciones de revalidar mandato.

A Silva le queda el consuelo de que durante semanas fue capaz de pelear por un sueño casi imposible y que estuvo a punto de lograrlo. Una demostración más de que con esfuerzo y con ilusión cualquier cosa puede llegar a ocurrir (Fuente: AFP).

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