La élite de los trabajadores
de traje y corbata ya no tendrá derecho a ser pagada por sus horas extra en
Japón, una reforma que inquieta en un país donde la adicción al trabajo puede
conducir a la muerte.
Esta adicción casi le cuesta
la vida a Teruyuki Yamashita. Agotado tras acumular viajes de negocios al
extranjero, y después de varias noches en blanco, este exjefe de ventas terminó
hace seis años en un hospital, víctima de una hemorragia meníngea.
Yamashita, de 53 años,
sobrevivió al cabo de tres semanas en cuidados intensivos, pero se quedó ciego.
Igual que este ejecutivo, muchos trabajadores japoneses aceptan sobrecargarse
de trabajo en detrimento de su familia o de su salud, una situación que produce
cada año varias muertes por ictus, crisis cardíacas o suicidios.
Este fenómeno está tan
extendido en Japón que se le da una nombre, 'karoshi' -literalmente
"muerte por exceso de trabajo"- y es reconocido como una enfermedad
profesional.
Sin embargo, el mes pasado el
Gobierno conservador del primer ministro, Shinzo Abe, aprobó una reforma que
autoriza a las empresas a suprimir el pago de horas suplementarias, a partir de
las 40 horas semanales y para quienes ganan, al menos, 10 mil 75 millones de
yenes anuales (80 mil euros, 90 mil dólares).
¿Trabajar
más sin ganar más?
Los empleados afectados por la
reforma serán, a partir de ahora, remunerados en función de sus resultados y no
según las horas que pasen en la oficina, alegan los defensores del texto, que
esperan su próxima adopción por el Parlamento.
Éstos aseguran, además, que el
proyecto es un medio para mejorar la productividad en Japón, habitualmente
considerada baja, sin necesidad de eternizarse en la oficina.
Sin embargo, algunos expertos
temen que los trabajadores afectados por la reforma no se atrevan a rechazar
pasar algunas horas más en la oficina, y ello sin remuneración suplementaria.
"El Gobierno quiere crear
un sistema en el que las empresas ya no tendrán que pagar las horas
suplementarias", se queja Koji Morioka, profesor de la Universidad Kwansei
Gakuin, que teme una "aceleración de las muertes por exceso de
trabajo".
Es cierto que las mentalidades
empiezan a cambiar en Japón, pero todavía un 22.3 por ciento de los japoneses
trabaja 50 o más horas por semana, mucho más que el 12.7 por ciento registrado
en Gran Bretaña, el 11.3 por ciento de EEUU o el 8,2 por ciento de Francia,
según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos
(OCDE).
En lo que respecta a las
vacaciones pagadas, el 16 por ciento de los empleados japoneses (a tiempo
completo) no cogieron vacaciones en el 2013, rehusando ausentarse debido a un
sentimiento de culpabilidad, según un estudio del Gobierno. De media, los
nipones solamente disfrutan de vacaciones nueve días por año, la mitad del
tiempo al que tienen derecho.
Casi 200
muertes y suicidios
El mismo año 2013 se
registraron 196 muertes y suicidios debido al exceso de trabajo, y ello no es
más que la parte visible del iceberg, subraya Shigeru Waki, profesor de la
Universidad Ryukoku. "Hay muchos más que han muerto por causa de exceso de
trabajo, pero es muy difícil probarlo", asegura.
Con esta nueva ley, los jefes
de empresa ya no tendrán modo de comprobar el número de horas suplementarias
trabajadas y, por ello, será más difícil evaluar la magnitud del problema,
advierte Waki.
Entre los detractores de la
reforma figura la madre de un joven empleado de 27 años que se suicidó en 2009
en Tokio, sumergido de trabajo y que acumuló centenares de horas suplementarias
no tomadas oficialmente en cuenta.
"Estaba en tal estado de
conmoción cuando su empresa me anunció su muerte", rememora la
sexagenaria. "Mi hijo no volverá, pero yo quiero hacerme la portavoz de
otros jóvenes" asegura.
Seis años después de haber
sufrido su hemorragia meníngea, Yamashita admite que no vale la pena matarse en
el trabajo. "Estaba tan ocupado que ni siquiera vi crecer a mis hijos. Más
me habría valido dedicar mi vida a mi familia", constata ahora, con
amargura (Fuente: AFP. Foto: Yoshikazu Tsuno).
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