En los dos años de
pontificado, el papa Francisco ha inaugurado una nueva diplomacia vaticana con
una fuerte implicación personal, para intentar conseguir paz y diálogo allí
donde existen conflictos.
Jorge Bergoglio parece no
rendirse ante los nuevos conflictos o los muros levantados desde hace años y
tras intervenir, con más o menos éxito, en Medio Oriente o entre Cuba y Estados
Unidos, ahora su objetivo es el acercamiento con China, un país al que nunca ha
viajado un papa.
El papa Francisco dirige
personalmente la diplomacia vaticana, envía emisarios, escribe cartas, y sabe
cuánto vale el poder de la política de los gestos, como la invitación a rezar
bajo la cúpula de San Pedro a los presidentes de Israel y Palestina, su oración
en silencio ante el muro de Belén durante su viaje a Tierra Santa y la jornada
de oración y el ayuno por Siria.
Nadie se esperaba que el
presidente estadounidense, Barack Obama, y el cubano, Raúl Castro, agradeciesen
a Francisco su mediación, en los discursos en los que anunciaron que se
retomaban los contactos diplomáticos entre ambos países el pasado 17 de
diciembre.
La diplomacia de las reuniones
secretas entre los nuncios y las autoridades locales fue importante, pero como
se desveló, una simple carta del papa a ambos fue crucial.
"Sin duda, el papel del
papa Francisco fue crucial, porque él también tomó la iniciativa de escribir a
los dos presidentes para invitarlos, de hecho, a superar las dificultades
existentes entre los dos países y encontrar un punto de acuerdo, un punto de
encuentro", desveló en una reciente entrevista el secretario de Estado
vaticano, Pietro Parolin.
Además, el pasado 10 de mayo,
Francisco abría las puertas del Vaticano en domingo, lo que nunca se había
hecho, para recibir durante una hora a Raúl Castro, quien quería agradecer al
pontífice su labor diplomática en el deshielo con Estados Unidos.
Este domingo, la plaza de San
Pedro se llenaba de banderas de Palestina en ocasión de la beatificación de las
dos primeras santas de origen palestino, que convivieron pacíficamente con el Islam,
en una ceremonia en la que se escenificó la voluntad del papa en insistir en el
diálogo en la región.
Un acto al que asistía además
el presidente palestino, Mahmud Abás, a quien el pontífice, durante su reunión
del sábado, le pidió que fuese "como un ángel de la paz".
Una ceremonia que venía
precedida del anuncio del Vaticano de que en un "futuro próximo" se
reconocería el "Estado palestino", en el marco de la solución de los
"dos Estados" para poner fin al conflicto con Israel.
Aunque estos gestos a veces
han provocado polémicas, como el reconocimiento del Estado palestino, que no ha
gustado nada en Israel, o la controversia con Turquía tras definir como
"genocidio" la persecución de los armenios durante la I Guerra Mundial.
Pero el papa sigue su camino
ya que como le gusta repetir: "Para conseguir la paz, se necesita valor,
mucho más que para hacer la guerra".
Estos son los dos últimos
gestos de una larga serie que comenzó poco después de su elección, cuando ante
una posible intervención militar en Siria convocó "una jornada de oración
y ayuno mundial para la paz en este país, en Medio Oriente y en todo el
mundo".
"La humanidad necesita
ver gestos de paz y oír palabras de paz", afirmó el 1 de septiembre de
2003, asomado a la ventana del palacio pontificio para el rezo del Ángelus.
Francisco tiene varios frentes
abiertos, pero uno de los informes sobre su escritorio es el de las relaciones
con China.
El papa ha dado ya sus
primeros pasos a este acercamiento enviando una carta, a través de dos
emisarios no oficiales, al presidente de China, Xi Jinping, en la que le
invitaba a visitar el Vaticano para dialogar por la paz en el mundo.
Por primera vez y durante el
regreso de Francisco de Seúl, China concedió a un vuelo papal el permiso para
que sobrevolase su territorio, además de haber habido intercambio de telegramas
durante el resto de viajes.
Por el momento un encuentro
parece lejano, pero el papa no se rinde y como confesó: "Si me invitan,
iría mañana mismo" a China (Fuente: EFE).
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