De esas víctimas mortales, 71
eran civiles -doce de ellos menores-, de los que al menos 22 fallecieron por el
impacto de los proyectiles de mortero del EI y los bombardeos de la aviación
del régimen.
El resto fueron asesinados por
los extremistas, como diez víctimas que fueron decapitados en los pueblos de Al
Ameriya y Al Sujna, próximos a Palmira.
En las filas del régimen
sirio, al menos 241 soldados y milicianos progubernamentales perdieron la vida
en la batalla contra los extremistas.
El EI, por su parte, sufrió al
menos 150 bajas durante los combates que estallaron el pasado 13 de mayo.
Los yihadistas tomaron ayer el
control total de la localidad monumental de Palmira, cuyas ruinas están
incluidas en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
Tras esta conquista, el EI
domina más de la mitad de la superficie de Siria, es decir unos 95.000
kilómetros cuadrados, y está presente en nueve provincias.
La organización radical suní
proclamó a finales de junio de 2014 un califato en Irak y Siria (Fuente: EFE).
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