Cuando Bienvienue Taguieke
tenía 12 años sus padres arreglaron su boda con un hombre 40 años mayor, pero
una asociación de mujeres en la región Extremo Norte de Camerún, donde el
matrimonio infantil está generalizado, detuvo la unión, en un indicio de cómo
la población femenina comienza a oponerse a esta práctica.
“Estudiaba en una escuela del
gobierno en Guidimdaz, una aldea del área de Mokolo (en la región Extremo
Norte), cuando un hombre le ofreció 5.000 francos CFA (alrededor de 8,50
dólares) a mi madre por mi mano. Me negué y alerté a algunas personas, entre
ellas a la directora de mi escuela”, relató Bienvienue, ahora de 15 años, a
IPS.
La adolescente cree que su
madre consideró la oferta por razones económicas. “Mi padre había muerto y no
había nadie que pagara la escuela ni se ocupara de nosotros”, recordó.
“Haré todo lo
posible por mantener a mi hija en la escuela. Le pido al gobierno que prohíba
el matrimonio temprano para que las niñas puedan ir a la escuela y se casen
cuando hayan terminado sus estudios”: Nabila, 15 años.
La directora de la escuela,
Asta Djarmi, le rogó a su madre que no la diera en matrimonio a un hombre
mayor.
“Luego intervino Aldepa y
devolvió los 5.000 francos CFA de la dote. También me pagan la escuela”, añadió
Bienvienue agradecida.
Ella contó que su sueño de ser
maestra hubiera quedado hecho añicos si se hubiera casado.
El suyo no es un caso raro de
resistencia en la región.
En la aldea vecina de Zilling,
por ejemplo, Nabila, también de 15 años, logró escapar de la casa en la que
vivía con su esposo.
“Mis padres me obligaron a
casarme con un hombre mayor hace dos años, cuando solo tenía 13”, relató
Nabila. “Viví en la casa del hombre 14 dolorosos días. Sentí como si un
espíritu maligno me atormentara y decidí escapar”, explicó.
Pero en esos 14 días quedó
embarazada y ahora cría sola a su hija. El hombre del que escapó no presentó
cargos en su contra ni solicitó que regresara al hogar marital.
“No puedo hacer eso por nada
del mundo”, dijo rotundamente. El matrimonio precoz frustró sus planes de ser
enfermera, y ahora Nabila asegura que nunca permitirá que su hija pase por ese
trauma.
“Haré todo lo posible por
mantenerla en la escuela. Le pido al gobierno que prohíba el matrimonio
temprano para que las niñas puedan ir a la escuela y se casen cuando hayan
terminado sus estudios”, reclamó.
Aldepa ofrece asistencia legal
a la madre de la adolescente, y uno de los directores, Henri Adjini, dijo a IPS
que la organización paga la escuela de 87 adolescentes rescatadas de
matrimonios precoces.
Adjini dijo que el matrimonio
infantil formaba parte de la cultura de las tribus mafa y kapsiki, que casan a
sus hijas a cambio de la dote, un pago en efectivo, ganado o distintos
productos.
“El deseo de fortalecer los
lazos familiares y las amistades son muy importantes para las personas de aquí
y creen que lo logran casando a sus hijas. Algunos solo usan a sus hijas para
pagar sus deudas. El deseo de la joven difícilmente cuenta aquí”, explicó.
Casar a las hijas es una
estrategia de generar ingresos en Camerún, donde casi una de cada tres personas
de los 22 millones de habitantes son pobres, según datos de la Organización de
las Naciones Unidas (ONU).
De hecho, según el Fondo de
Población de las Naciones Unidas (UNFPA), hay una relación entre matrimonio
precoz y pobreza en este país de África central, donde 71 por ciento de las
niñas casadas proceden de hogares pobres.
Datos del Fondo de las
Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), de 2014, revelan que 31 por ciento
de las adolescentes en la región Extremo Norte terminan en matrimonio precoces.
La ministra de Empoderamiento
de Mujeres y Familia, Marie Therese Abean Ondoa, condenó públicamente el
matrimonio infantil diciendo que es “inmoral vender a las hijas como si fueran
una propiedad”.
El matrimonio temprano no es
patrimonio de Camerún. Muchos otros países de la región y el mundo tienen
situaciones similares o peores.
Según un informe del UNFPA de 2013,
dos de cada cinco niñas menores de 18 años están casadas en África central y
occidental. El peor país en este sentido es Níger con 75 por ciento de menores
casadas, la mayor proporción del mundo, seguido de Chad, con 72 por ciento, y
de Guinea, con 63 por ciento.
Como la mayoría de los
gobiernos de la región, Camerún no hace mucho por proteger a las niñas. La edad
mínima legal para contraer matrimonio son los 15 años para las niñas y 18 para
los varones. Pero aun en esos casos, el requisito legal de que para contraer
matrimonio es necesario el consentimiento de ambas partes rara vez se cumple.
La ministra Ondoua ayudó a
organizar campañas de concienciación y colaboró con varias organizaciones no
gubernamentales, con la comunidad y con líderes religiosos en zonas rurales
para educar a la población, pero no ha podido convencer al gobierno de elevar
la edad mínima legal.
Sin embargo, las campañas dan
resultado, y muchas niñas rechazan los intentos de su familia de entregarlas en
matrimonio a cambio de dinero, como hizo Abba Mairamou.
“Tenía 12 años cuando mi padre
me sacó de la escuela, en 2004, para ofrecerme a su amigo como esposa. Me
negué, mi padre se enojó y me quería echar de casa. Estaba desesperada hasta
que me presentaron a la asociación que lucha contra la violencia hacia las
mujeres en Maroua”, relató Abba.
“Después invitaron a mi padre
a una reunión y lo convencieron de oponerse al matrimonio precoz e
involuntario. Esto nos cambió a los dos por completo”, aseguró.
“No solo me negué a ser
víctima de un matrimonio involuntario, sino que ahora lucho en contra de él”,
acotó.
Abba formó la Asociación para
la Autonomía y los Derechos de las Niñas, conocida por su sigla en francés,
APAD, que procura sensibilizar a las adolescentes y a sus padres, en su barrio
de Zokkok, en Maroua, en contra del matrimonio precoz.
“Ahora damos refugio a muchas
víctimas de matrimonios forzados, y muchas muchachas se rebelan contra esa
costumbre dañina”, remarcó radiante (Fuente: IPS).
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