El golpe de Estado o “autogolpe” que diera Alberto
Fujimori el 5 de abril del año 1992 fue nefasto para la construcción
democrática de la vida del país, según expresaron analistas políticos sobre
este tristemente célebre hecho
acontecido hace 21 años.
Con las palabras “Disolver, disolver temporalmente
el Congreso de la República”, transmitidas simultáneamente a nivel nacional, a
través de las televisoras y radioemisoras, se inauguró en el Perú una época de
corrupción, de autocracia, de violación
permanente de los derechos humanos y el debilitamiento aún mayor de la institucionalidad democrática peruana,
de por sí ya débil.
Con la difusión de este mensaje a la nación, dado
desde Palacio de Gobierno, tropas del Ejército, de la Marina y de la Fuerza
Aérea intervinieron el Congreso de la República, el Poder Judicial, el
Ministerio Público, los medios de comunicación, a la Confederación General de
Trabajadores del Perú (CGTP), diversos sindicatos, así como se inició una persecución
a autoridades y periodistas, considerados una amenaza para el régimen
dictatorial.
Según el diario “La República” en su editorial de
hoy afirma que el mayor legado del fujimorismo es la cultura de la corrupción.
Antes del fujimorismo hubo corrupción pública y sonados casos de
enriquecimiento ilícito de políticos y funcionarios; sin embargo, en el régimen
originado el 5 de abril de 1992 se instalaron redes profundamente enlazadas a
instituciones básicas para el desarrollo, principalmente en las Fuerzas
Armadas, en la Policía Nacional y en los sectores públicos con altos niveles de
compra y contratación, anota el rotativo (Foto: D.R.)
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