Para amar a nuestra madre
tierra hay que conocerla y para conocerla hay que caminar por senderos que no conocemos, abrir vías, dialogar con
sus moradores, saborear el fruto de sus entrañas.
Urpi
quiere
acompañarles en este proceso que nos revelará lo que somos y lo que aspiramos
ser.
Como cuarta entrega, Urpi
nos invita a visitar la ciudad de Chan-Chan.
La ciudad de Chan Chan,
considerada la ciudad de barro más grande del mundo, está situada frente al mar
en el valle de Moche, a mitad de camino entre el balneario de Huanchaco y la ciudad
de Trujillo, capital de la región La Libertad en la costa norte de nuestro
país.
El complejo arqueológico
cubre aproximadamente 20 kilómetros cuadrados y su parte central está
constituida por 10 ciudadelas o recintos amurallados y algunas pirámides. Esta
área comprende una extensión de 6 kilómetros, donde se encuentran pequeñas
estructuras como veredas, canales, murallas y cementerios.
Chan Chan (sol sol en lengua
quingnam) fue la capital del imperio Chimú o Chimor que surgió alrededor del año 900 de n.e.,
sobre los restos de la cultura Mochica.
El quingnam sólo era hablado
por la élite de los Chimú, mientras que el pueblo hablaba el muchik, lengua
heredada de los mochicas.
Los chimús fueron
conquistados alrededor del año 1470 de n.e., por el inca Túpac Yupanqui para
ser incorporados al imperio del Tahuantinsuyo.
Respecto al origen del reino
Chimú, el historiador Luis Lumbreras consigna en su libro Los orígenes de la
civilización en el Perú que un señor llamado Tacaymano llegó en una balsa de
palos de un lejano pueblo del sur, cuyo nombre y señas han perdido la memoria.
Tacaymano, que dicen que
traía muchas cosas nuevas que enseñar, fue aceptado por los lugareños y dese
entonces se constituyó el gran reino de Chimú, que su nieto Ñancen Pinco logró
ampliar hasta muy cerca de la sierra y que, mucho más tarde, el valeroso
Minchancaman convirtió en un verdadero imperio costeño, cuyos límites llegaban
hasta Tumbes por el norte y Carabayllo en Lima, por el sur.
Héroe legendario este
Tacaymano, que al igual que Rómulo, el fundador de Roma, se pierde en la
leyenda, ingresando a la historia sólo a través del recuerdo brumoso que llegó
a sus descendientes, los poderosos señores del valle de Moche, de boca en boca
a lo largo de los siglos.
Quizá si fue un clan o una
tribu, o quizá si sólo es el lejano recuerdo de los wari que conquistaron a los
bravos mochicas, muchos siglos atrás. Pero de esta leyenda surge la explicación
del Estado Chimú, cuyos reyes
justificaron en ella su capacidad de trasmitir por herencia el poder de
gobernar.
*Despacho
especial de Urpi Consultores que sale los días martes desde el 5 de marzo del
2013.
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