martes, 2 de abril de 2013

NUESTRA MADRE TIERRA: CHAN CHAN (CRÓNICAS VIAJERAS)


Para amar a nuestra madre tierra hay que conocerla y para conocerla hay que caminar por senderos  que no conocemos, abrir vías, dialogar con sus moradores, saborear el fruto de sus entrañas.

Urpi quiere acompañarles en este proceso que nos revelará lo que somos y lo que aspiramos ser.

Como cuarta  entrega, Urpi nos invita a visitar la ciudad de Chan-Chan. 

La ciudad de Chan Chan, considerada la ciudad de barro más grande del mundo, está situada frente al mar en el valle de Moche, a mitad de camino entre el balneario de Huanchaco y la ciudad de Trujillo, capital de la región La Libertad en la costa norte de nuestro país.

El complejo arqueológico cubre aproximadamente 20 kilómetros cuadrados y su parte central está constituida por 10 ciudadelas o recintos amurallados y algunas pirámides. Esta área comprende una extensión de 6 kilómetros, donde se encuentran pequeñas estructuras como veredas, canales, murallas y cementerios.
Chan Chan (sol sol en lengua quingnam) fue la capital del imperio Chimú o Chimor  que surgió alrededor del año 900 de n.e., sobre los restos de la cultura Mochica.

El quingnam sólo era hablado por la élite de los Chimú, mientras que el pueblo hablaba el muchik, lengua heredada de los mochicas.

Los chimús fueron conquistados alrededor del año 1470 de n.e., por el inca Túpac Yupanqui para ser incorporados al imperio del Tahuantinsuyo.

Respecto al origen del reino Chimú, el historiador Luis Lumbreras consigna en su libro Los orígenes de la civilización en el Perú que un señor llamado Tacaymano llegó en una balsa de palos de un lejano pueblo del sur, cuyo nombre y señas han perdido la memoria.
Tacaymano, que dicen que traía muchas cosas nuevas que enseñar, fue aceptado por los lugareños y dese entonces se constituyó el gran reino de Chimú, que su nieto Ñancen Pinco logró ampliar hasta muy cerca de la sierra y que, mucho más tarde, el valeroso Minchancaman convirtió en un verdadero imperio costeño, cuyos límites llegaban hasta Tumbes por el norte y Carabayllo en Lima, por el sur.

 
Héroe legendario este Tacaymano, que al igual que Rómulo, el fundador de Roma, se pierde en la leyenda, ingresando a la historia sólo a través del recuerdo brumoso que llegó a sus descendientes, los poderosos señores del valle de Moche, de boca en boca a lo largo de los siglos.
 
Quizá si fue un clan o una tribu, o quizá si sólo es el lejano recuerdo de los wari que conquistaron a los bravos mochicas, muchos siglos atrás. Pero de esta leyenda surge la explicación del Estado Chimú, cuyos  reyes justificaron en ella su capacidad de trasmitir por herencia el poder de gobernar.

 

 

 
 
 
 
 

*Despacho especial de Urpi Consultores que sale los días martes desde el 5 de marzo del 2013.

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