Por:
Nicolás Maquiavelo
No creo
fuera de propósito presentar algún ejemplo de cómo se servían los romanos de la
religión para reorganizar la ciudad y proseguir sus empresas. Aunque en Tito
Livio se encuentran muchos, me limitaré a los siguientes:
Habiendo
elegido el pueblo romano todos los tribunos con potestad consular, a excepción
de uno, plebeyos, y ocurriendo aquel año peste y hambre, acompañadas de algunos
prodigios, aprovecharon la ocasión los patricios para combatir la nueva
creación de los tribunos, diciendo que los dioses estaban llenos de ira por
haber usado mal Roma de la majestad del imperio, y que el único medio de
aplicarlos consistía en restablecer la elección de los tribunos como antes se
verificaba. El pueblo, que era muy religioso, asustado por lo que se decía de
los dioses, eligió a todos los tribunos de la clase patricia.
Vióse
también en el asedio de Veyos, que los jefes del ejército se valían de la
religión para disponerlo a cualquier empresa. Las aguas del lago de Albano
crecieron aquel año extraordinariamente; los soldados romanos estaban cansados
del largo cerco, y querían volver a Roma; pero los generales averiguaron que
las respuestas de Apolo y de otras divinidades, comunicadas por los oráculos,
anunciaban que se tomaría la ciudad el año que se desbordasen las aguas del
referido lago, y esto sólo bastó para que los soldados soportasen el cansancio
de la guerra y el asedio con la esperanza de apoderarse de Veyos y para que
continuaran la empresa, hasta que Camilo elegido dictador, la tomó diez años
después de cercada. Véase, pues, cómo sirviéndose oportunamente de la religión,
pudieron conquistar a Veyos y restituir la autoridad tribunicia a los patricios
cosas ambas que difícilmente se hubiera conseguido por otro medio.
A este
propósito aduciré otro ejemplo. La obstinación del tribuno Terentillo en querer
promulgar cierta ley, produjo varios tumultos en Roma por motivos que más
adelante diremos, y uno de los primeros medios a que acudieron los patricios
contra él fue la religión. Valiéronse de ella de dos modos: uno haciendo ver los libros Sibilinos y predecir, por el
contenido de ellos, que aquel año amenazaba a Roma el peligro de perder la
libertad, a causa de las discordias civiles, y aunque los tribunos descubrieron
la falsedad de la predicción, causó tanto terror en la plebe, que la retrajo a
seguirles.
(*) Nicolás
Maquiavelo nació en Florencia el 3 de mayo de 1469, célebre por sus obras políticas como El
príncipe, discursos sobre Tito Livio y el Arte de la Guerra.
Rincón literario de URPI para los que inspiran sus
acciones en la lectura.
Boletín virtual de los sábados.
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