CAJAMARCA
ECLESIÁSTICA ALREDEDOR DE 1821
(Tomado de
Cajamarca independiente!)
Por: Monseñor
José Dammert Bellido
A fines del siglo XVIII y
comienzos del XIX la situación del clero en Cajamarca era semejante a las de
otras zonas del Virreynato. Los obispos de Trujillo se preocupaban “sobre el
traxe y vestido del clero” ordenando una investigación acerca del cumplimiento
de las normas impartidas por el obispo Martínez de Compañón: “De las
declaraciones juramentadas de los presbíteros…resulta que los eclesiásticos
contenidos en las mismas declaraciones han adoptado el traxe secular con
desdoro de su carácter”, aunque una de los declarantes expresa que “no se ha
puesto cuidado por la escasez de su vista”.
También ordenan que todos
los clérigos “concurriesen al coro en la Iglesia Matriz de Españoles en las
primeras y segundas vísperas, a la Tercia y Misa Mayor con sobrepelliz y
bonete, los sábados y domingos de todo el año” más otros días señalados. Sobre
este asunto existen varias comunicaciones, lo que demuestra que la asistencia
no era puntual”.
Un grave conflicto que, con
amenazas e imprecaciones de ambas partes, solicitudes para captarse el favor
popular, irrupciones contra unos y otros, duró muchísimos años y se complicó
con la demarcación parroquial de la ciudad; se refiere a la doctrina de San Antonio
de parte de los padres franciscanos al clero secular; finamente en 1816 la
parroquia es entregada al cura de San José, don Miguel Solano, que había estado
bregando por obtener éxito durante siete años. Sin embargo todavía continúa el
litigio hasta 1816 para obtener la capilla de La Soledad, en que se venera la
imagen de la Dolorosa, y que los franciscanos se retiren “al suntuoso y
precioso Convento de la Recolección…que es un edificio que pudiera lucir en
Madrid”, según expresión del mencionado cura Solano.
Las preocupaciones de los
eclesiásticos no se limitaban a esas cuestiones, sino que debía informar en
1792 acerca de los alimentos, que según la diversidad del clima, usan los
indios y los efectos que producen en ellos; que otro vicio moral existe “fuera
de la embriaguez e incontinencia, que por una general desgracia acaso se
comunican, o mejor decir tienen su haciento (sic) en todas las poblaciones”.
También sería conveniente que los Srs. Doctrineros refieran a que “clase de
agricultura decidan su afán y tareas naturales de su doctrina, si la tierra es
proporcionada para que les dé otros frutos mejores, y más en abundancia”, y “en
qué clase de industria, o comercio, o comercio se ocupan, si otro, no le sería
más útil, y menos gravoso”, se ordena que los Srs. Curas formarán cada año un exacto padrón de los habitantes que
comprende cada una de sus doctrinas, hasta que edad suelen extenderse
regularmente los términos de su vida, y si mueren en una edad temprana y
tierna, expresen si pueden ser, si el origen
de este desastre en alguna enfermedad que tenga por causa algún vicio
moral, o físico, y el medio que podrá haber para extirparla también será una
importante noticia”. Finalmente “siendo interesantísimo que los indios tengas
fondos y recursos de que echar mano para cubrir las necesidades públicas de su
población, será importante que los Srs. Curas informen si los naturales de sus
respectivas doctrinas tienen, o no, bienes de la comunidad, y en este último
caso como podrá proporcionárseles, esta necesaria adquisición”.
“Título de honor para el
reinado de Carlos IV es el envío de la vacuna a América. “El subdirector de la
expedición, don José Salvany vino a Cajamarca, que por noticias del intendente, sufría el mal de la
peste (viruela). En el camino visita el mineral de Chota y Hualgayoc y entra
por fin, en la ciudad, donde gran parte del vecindario sale a su encuentro,
practicó allí dos vacunaciones en 1,100 vecinos” en el primer semestre de 1806.
Sobre la situación de los
indígenas el citado don Miguel Solano hace unas apreciaciones muy duras a su
llegada a Cajamarca: “estos indios pordioseros y esclavos de los hacendados,
que es una compasión el verlos tan desnudos y maltratados como andan. A esa
infelicidad se agrega la distancia de diez o doce leguas en que están situadas
las haciendas por caminos impracticables, por cuyo motivo y porque nada
producen estos feligreses, por la ilegalidad de los dueños de dichas haciendas,
se halla esta miserable parte de mi rebaño expuesta a morir sin confesión….Por
lo que hace a la feligresía de la parroquia principal, como todos los indios
son esclavos de sus amos, éstos tan indiferentes que sean cristianos lo indios,
hé sabido que los más de ellos ignoran aún los primeros rudimentos de la fe,
haciéndose difícil el congregarlos a
todos para la enseñanza de la doctrina, porque los amos tienen ovejas,
cochinos, vacas, y otras cosas el cuidado más que la misa y las enseñanzas del
catecismo…lo que me consterna – añade el celoso sacerdote – es tanta
contradicción y dificultad de parte de estos Srs. Amos de los indios a quienes
no sé como reducirlos a un término justo y racional para que me faciliten el
cumplimiento de un ministerio de tanta consideración y delicadeza”.
A solicitud del obispo de
Trujillo el clero de Cajamarca concurre con sus donativos para el sostenimiento
de la guerra contra los rebeldes franceses en 1794.
En 1809 prestan juramento
los eclesiásticos en Cajamarca a la Suprema Junta Gubernativa del reino; en 1810 a las Cortes de Cádiz
en 1812 “en las iglesias de seculares y
regulares de esta provincia se hagan rogativas públicas implorando al Padre de
las luces, las que necesita el Congreso Nacional para hacer el arreglo y mejora
de la Constitución Política de la Monarquía.
Conforme a estas rogativas
se presta “el juramento del clero de la vicaría de Cajamarca sobre la
observancia de la Constitución Política de la Monarquía española; todos los
curas comunican al vicario de la provincia, don Miguel Solano, en términos
similares que la Constitución “se publicó al tiempo del ofertorio de la misa…y
después de la exhortación, se hizo el juramento por la clerecía y pueblo
congregado, según la fórmula prescrita por la misma Constitución, que se cerró
el acto con el “Te Deum” cantado y repique solemne, con más la salva de la
tropa puesta en la Plaza, según informa el cura de San Pablo, don Francisco de
Paula Collantes a enero de 1813.
El 19 de mayo de 1814 el
obispo de Trujillo trascribe una Real Orden, que solicito “fervorosas devotas
rogativas en todos los dominios en la forma que acostumbra” para el acierto en
el gobierno del Soberano. El mismo año presenta una “queja el presbítero don
Miguel Solano contra el presbítero don José Rodríguez Marín, cura de la Matriz
de Españoles, por haber omitido el repique de campanas en las vísperas del
aniversario de la publicación de la Constitución Política de la Monarquía
española”.
Monseñor José
Dammert Bellido (nacido el 20 de agosto de 1917- falleció el 10 de setiembre
del 2008), conocido como el “obispo del poncho”, obispo de Cajamarca realizó
una brillante laboral pastoral en esa región del país hasta pocos años de su
muerte. Tuvo un importante papel en la II Conferencia General de obispos,
celebrada en Medellín, Colombia, en 1968. Reunión en la que se tocaron
problemas acuciantes de América Latina tales como la pobreza, la violencia, la
injusticia institucionalizada y la necesidad de una paz con justicia en el
continente.
Monseñor
Dammert dejó interesantes libros
como Cajamarca Independiente! y la Generación Brillante.
Rincón literario de URPI para los que inspiran sus
acciones en la lectura.
Boletín virtual de los sábados.
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