viernes, 26 de julio de 2013

EN DISCURSO PRONUNCIADO EN LA FAVELA VARIGNHA DE RÍO DE JANEIRO, EL PAPA FRANCISCO EXHORTÓ A LAS AUTORIDADES A IMPULSAR JUSTICIA SOCIAL CON LOS POBRES




En un discurso pronunciado este jueves en la favela Varginha de Río de Janeiro, donde sus vecinos se quejan que la visita papal les ha traído pocos beneficios, el papa Francisco exhortó a las autoridades  a impulsar la justicia social con los pobres.


"Quiero apelar a todos los que poseen más recursos, a las autoridades públicas y a todas las personas de buena voluntad comprometidas con la justicia social: no se cansen de trabajar para un mundo más justo y solidario. Nadie puede permanecer insensible a las desigualdades que aún existen en el mundo", afirmó el Papa.

Francisco dijo a los centenares de fieles que acudieron a su encuentro que "no están solos", porque la Iglesia Católica está a su lado, a la vez que les pidió que no dejen "que se apague la esperanza".

Muchos habitantes de Varginha se quejaron de que las autoridades no han aprovechado la oportunidad de la visita del Papa para llevar mejoras a esta barriada de viviendas precarias.

La jubilada Salete Felix da Silva, que vive hace 56 años en Varginha, dijo que las autoridades se limitaron a aplicar "maquillaje" a la calle por donde caminó el Papa, que fue asfaltada y limpiada para la ocasión.

"Cuando se vaya el Papa, ¿Cómo vamos a quedarnos? estamos olvidados", se lamentó Da Silva, quien reclamó que los gobiernos regional y local "hagan las cosas como es debido".

"Las autoridades no vienen a dragar nuestros ríos, a hacer las cosas como se debe, es sólo por causa del Papa, pero es una honra y un privilegio tener al Papa aquí con nosotros", agregó.

El electricista Leandro de Souza Ricardo tocó en la misma tecla y dijo que "cuando comienza a llover, todo se inunda" en la mayoría de las calles de Varginha.

Francisco recorrió a pie la calle principal de esta barriada, entre algunas casas de ladrillo desnudo, otras adecentadas y bajo la maraña de cables típica del paisaje de las favelas.

En su primera parada, el Papa rezó brevemente en la iglesia de San Jerónimo Emiliani, una pequeña y humilde parroquia, y después saludó con efusividad a los devotos que se apiñaban lado a lado de la calle, en medio de un gran cordón de seguridad.

A mitad de su recorrido, Francisco entró en una casa de fachada amarilla, decorada con globos amarillos y blancos, los colores de la bandera del Vaticano.

La casa visitada fue escogida por él al azar entre varias opciones que había preparado la archidiócesis de Río, puesto que quería conocer a una familia del barrio.

Al final del paseo dio un discurso desde un gran púlpito instalado en un campo de fútbol, que no se llenó, en parte debido a la lluvia que no cesó de caer durante toda la mañana.

Haciendo gala de buen humor, dijo que le gustaría entrar en cada casa "para tomar un café, pero no una cachaza", el aguardiente de azúcar de caña con el que se confecciona la popular "caipirinha", lo que causó risas al público.

En la audiencia había un grupo de argentinos que desplegaron una pancarta con los colores de su bandera en la que se podía leer "el Papa es de los villeros", como se conocen a los habitantes de los barrios más pobres del país de origen de Jorge Mario Bergoglio.

El argentino Hernán Pelayo dijo a Efe que el Papa, cuando era sacerdote y obispo en Buenos Aires, era "amigo" de los residentes de las villas y frecuentaba estos barrios pobres.

"No es una fachada. Él es así, humilde, amigo de los pobres. Le gustaba tomarse el café con los villeros como dijo", aseguró Pelayo (Fuente: EFE).

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