viernes, 29 de marzo de 2013

LA MUERTE DE JESÚS SEGÚN EL EVANGELISTA MATEO


Desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Cerca de la novena, Jesús clamó con gran voz, diciendo: “Elí, Elí, ¿lama sabactani?” (que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”).

Algunos de los que estaban allí decían al oírlo:

-       A Elías llama éste.

Al instante, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, la empapó de vinagre, la puso en una caña y le dio de beber.

Pero los otros decían:

-       Deja, veamos si viene Elías a librarlo.

Pero Jesús habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu.

Entonces el velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se partieron, los sepulcros se abrieron y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y después que él resucitó, salieron de los sepulcros y entraron en la santa ciudad y aparecieron a muchos. El centurión y los que estaban con él custodiando a Jesús, al ver el terremoto y las cosas que habían sido hechas, llenos de miedo dijeron: “Verdaderamente este era Hijo de Dios”.

Estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndolo. Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.

 

(Texto especial por Semana Santa, fuente: Mateo 27: 45-55. Foto: Sólo por gracia).

No hay comentarios:

Publicar un comentario