El primer día de la
fiesta de los Panes sin levadura, se acercaron los discípulos a Jesús
diciéndole:
-
¿Dónde
quieres que preparemos para que comas la Pascua?
Él dijo:
-
Id
a la ciudad, a cierto hombre, y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo está cerca;
en tu casa celebraré la Pascua con mis discípulos.
Los discípulos
hicieron como Jesús les mandó y prepararon la Pascua.
Cuando cayó la noche
se sentó a la mesa con los doce. Y mientras comían dijo:
-
De
cierto os digo que uno de vosotros me va a entregar.
Entristecidos en gran
manera, comenzó cada uno de ellos a preguntarle:
-
¿Soy
yo, Señor?
Entonces él, respondiendo,
dijo:
-
El
que mete la mano conmigo en el plato, ese me va a entregar. A la verdad el Hijo
del hombre va a ser entregado, tal como está escrito de él, pero ¡ay de aquel
hombre por quien el Hijo del hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre
no haber nacido.
Entonces,
respondiendo Judas, el que lo iba a entregar, dijo:
-
¿Soy
yo, Maestro?
Le dijo:
-
Tú
lo has dicho.
Mientras comían, tomó
Jesús el pan, lo bendijo, lo partió y dio a sus discípulos, diciendo:
-
Tomad,
comed; esto es mi cuerpo.
Y tomando la copa, y
habiendo gracias, les dijo, diciendo:
-
Bebed
de ella todos, porque esto es mi sangre del nuevo pacto que por muchos es
entregada para perdón de los pecados. Os digo que desde ahora no beberé más de
este fruto de la vid hasta aquel día en que lo beba de nuevo con vosotros en el
reino de mi Padre.
(Texto
especial por Semana Santa, fuente: Mateo 26: 17-29. Pintura mural del Giotto il
Bondone, 1305-1306).
No hay comentarios:
Publicar un comentario