Los 115 cardenales electores de
la Iglesia Católica romana empezaron hoy el cónclave en la capilla Sixtina para
elegir al nuevo jefe de Estado de El Vaticano y, a la vez, guía o papa espiritual universal de los más
de mil millones de católicos y de católicas esparcidos por los cinco
continentes.
La elección se da dentro de
un sistema teocrático y vertical, donde los laicos y las laicas no tienen voz y
voto, y es una élite sacerdotal que se considera asimisma la Iglesia, a pesar
que proclama que todos los fieles son la Iglesia, la que conserva y concentra el poder real de los
asuntos eclesiásticos.
El lenguaje oficial que se empleará en el desarrollo del cónclave
es el latín. Después de la liturgia, que
se celebró en la capilla Sixtina y cuando el último cardenal elector hubo
prestado juramento de guardar secreto de lo que allí se trate, las puertas del
recinto religioso se cerraron para dar inicio a la reunión del colegio
cardenalicio que deberá elegir al sucesor de Benedicto XVI.
La elección del papa
Ratzinger se da en un contexto de sucesivos escándalos como el encubrimiento de
los casos de pederastia, el blanqueo de dinero mal habido en las instituciones
financieras del Vaticano, el caso Vatileaks (filtración de la correspondencia
de Benedicto XVI), las revelaciones de homosexualidad y servicios sexuales en
el entorno papal.
Para los analistas en
cuestiones religiosas, hay dos candidatos para subir al trono dejado vacante
por Joseph Ratzinger, estos son el cardenal italiano Angelo Scola y el
brasileño con apellido alemán Odilio Scherer, pero que, al parecer no dan la
talla para emprender la titánica tarea de emprender las radicales reformas que
la institucionalidad católica requiere para hacerse creíble.
Por de pronto, tras la
primera votación, efectuada por los 115 cardenales, hoy salió de la chimenea de
la de la capilla una fumata negra, lo que significa que los prelados deberán
votar nuevamente mañana, al no haberse puesto de acuerdo (Foto: Efe).
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